Antonio Lao
El silencio de los pueblos
El Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) ha realizado una actualización del estado de las obras de los proyectos de construcción de plataforma del Corredor Mediterráneo de Alta Velocidad Murcia-Almería, en el que plasma una evolución considerable de las actuaciones en los últimos meses.
Los datos, que debemos creer, aseguran que los trabajos se acercan al 40% de ejecución, lo que me lleva a pensar a que todavía hay esperanza en que, si no es en 2026 cuando los trenes circulen por la vía, será al año siguiente o 2028. Si tenemos en cuenta los habituales retrasos en la obra pública pienso que podemos considerarnos sino afortunados, si aliviados.
Los ocho tramos en curso concentran 157,1 kilómetros del trazado (y 1.120 millones de presupuesto vigente) y 5,33 kilómetros los trabajos de soterramiento de Barriomar y Nonduermas que se iniciaron en julio de 2019. Todo el recorrido de la línea está ya finalizado o en obras en febrero de 2023, con la excepción de la nueva estación de Totana y la integración en Lorca, en fase de redacción del proyecto, así como la segunda fase del soterramiento en Almería que está pendiente de licitación. Además de los fríos datos recogidos en papel (que lo aguanta todo) si usted ha tenido en los últimos días la oportunidad de coger un avión desde el aeropuerto de Almería ha podido comprobar, yo lo he hecho, que a vista de pájaro la plataforma se visibiliza con detalle, así como las máquinas trabajando en muchos de los puentes y pasos elevados por los que discurre. Es verdad, y esta es para los escépticos que los hay -yo sigo siéndolo-, que cualquiera puede afirmar que la visibilización de la plataforma no va más allá de limpiar la tierra de matorral para poder dibujar el recorrido, que también.
Pero por una vez, y espero que sea así hasta el fin de la obra, las máquinas van llegando, los obreros se han multiplicado de forma exponencial y la percepción general es que se camina por la senda adecuada. He sido, y espero seguir siéndolo, muy crítico con la gestión de un proyecto que empezó en los años noventa y que ahí sigue. Pero no lo es menos que la presión de la ciudadanía y, posiblemente, la asunción por parte del Gobierno de la necesidad de acabar de una vez con las carencias ferroviarias de esta tierra, hayan ejercido de combustible para, de una vez por todas, la inversión proyectada y tantas veces prometida y no cumplida, se materialice en forma de túneles, puentes, pasarelas, plataforma, raíles y finalmente trenes más pronto que tarde.
Pero como estamos tan acostumbrados a los incumplimientos, a los parones de las obras por la aparición de cualquier especie endémica o la petición de las empresas ejecutoras de más dinero, les animo a seguir ojo avizor y mantener la presión cobre el cogote de quienes ejecutan para que el ritmo no pare.
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