Arquitectura perruna

No debería ser igual una caseta de un Border Collie que la de un San Bernardo

08 de diciembre 2022 - 01:46

La arquitectura animal es mucho más sofisticada de lo que podemos llegar a pensar a priori. Las aves llevan construyendo sus hogares de forma tectónica (mediante la adición de distintos elementos lineales) desde hace miles de años y algunos pequeños mamí-feros, como los conejos o los topos, construyendo madrigueras estereotómicas (me-diante la sustracción de tierra) con sus propias cámaras privadas y galerías donde desa-rrollar la vida social. A decir verdad, muchas de las estrategias arquitectónicas de nues-tros tiempos tienen su origen en estos procesos naturales que algunos arquitectos en-tienden como los únicos realmente puros y orgánicos.

Pero es interesante ver cómo algunos animales como los perros o los gatos pueden llegar a desarrollar toda su vida en entornos proyectados para personas, siempre con sus particularidades por supuesto. Los gatos tienden a buscar zonas elevadas, cornisas puntiagudas y caminos sinuosos, mientras que los perros son más prácticos para su fisionomía y necesidades. Sin embargo, ambos se adaptan a la perfección a nuestro refugio, o lo que nosotros denominamos vivienda. Curiosamente, los perros pueden lle-gar a sufrir un proceso parecido a los humanos con la pirámide de Maslow, una vez cubiertas sus necesidades básicas, aspiran a más; una vez que tienen un techo, buscan una alfombra, cuando encuentran donde tumbarse, buscan un sofá y cuando ya tienen pienso a diario, buscan las sobras de pollo de su dueño. La evolución canina asociada al ser humano los ha hecho realmente expresivos, con gestos y miradas que a veces rozan la sensación de que una persona diminuta vive en el interior de esos cuerpos peludos. Quizás por eso podemos llegar a interpretar algunos sentimientos y emociones que manifiestan, incluyendo el espacial. Circunstancia que no sucede muy a menudo en personas adultas. Seguramente, en este punto, los perros y los niños son bastante parecidos, sinceros y auténticos, sin filtros ni prejuicios. Cuando un niño entra en su caseta del árbol siente privacidad y autonomía, circunstancia que puede replicarse en el animal, siempre dependiendo de su raza y carácter. Muchos de los arquitectos estrella de hoy en día como Toyo Ito o Kazuyo Sejima han diseñado su propia casa para perros y su único punto de partida consistió en definir el tipo de cliente, es decir, la raza del perro. Porque cada uno tiene sus peculiaridades y no debería ser igual la caseta de un Border Collie que la de un San Bernardo.

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