La mirada zurda
¿Qué es la suerte?
Tal y como ocurre cada cuatro años, este mes de febrero tendrá 29 días en lugar de 28. Con la llegada de un 2020 bisiesto -que durará 366 días y permitirá a los nacidos el 29 de febrero celebrar su cumpleaños con exactitud-, a muchos se les viene a la mente ese sentir popular que vincula estos años alargados con periodos nefastos, donde las catástrofes, guerras y desastres abundan sobremanera. Como siempre, todo depende del cristal con que se mire, o con el que cada uno esté dispuesto a mirar.
Pese a la mala prensa que poseen los bisiestos, los expertos no hallan fundamentos astrológicos ni astronómicos que sustenten esta fama, por lo que sería lógico pensar que, si algún desastre ocurriese en estos momentos, sería fruto de la casualidad, en contra de lo que lleva siglos pregonando el refranero: "Año bisiesto, año siniestro".
Mientras que otros opinan que precisamente es el pensamiento fatalista el que atrae el desastre, los más escépticos entienden estos años como un simple ajuste técnico o matemático para cuadrar un calendario al que le sobran unas cuantas horas cada año. La idea de relacionar los bisiestos con catástrofes o calamidades proviene de la cultura romana, ya que febrero era considerado como el mes de los muertos y el dolor en los tiempos del Imperio. Por ello, añadir un día más en febrero no significaba más que potenciar esta influencia "anti-vida". No obstante hemos de estar al quite. Porque, ¿quién sabe si llevarán razón los que no acaban de fiarse de los años bisiestos? Julio César y el astrólogo Sosígenes, tomaron cartas en el asunto y reformaron el calendario y añadieron el famoso día suplementario: el bis sextum dies ante calendas martiis, esto es, el sexto día antes de las calendas de marzo.
Con el objeto de intentar contrarrestar las malas energías de este mes, el 15 de febrero se celebraba la "Lupercalia", un origen más remoto y lejano -fiesta en honor del dios romano de la fertilidad, Luperco, de quien toma nombre- que, con el tiempo, se desvincularía de su idea original de purificación, convirtiéndose en un pretexto para todo tipo de excesos y licencias sexuales.
Como ocurrió con otras fiestas paganas, la religión católica la transformaría años después en otra fiesta del amor: El 14 de febrero, día de San Valentín. Fecha en la que fue ejecutado el santo se estableció como el día de los enamorados.
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