Tábula Rasa
Guillermo de Jorge
Uceda y Cassinello, Night & Day
El ser humano es cada vez más inhumano, en especial en el trato al resto de los animales de la creación. Bueno, de los que quedaron después del diluvio gracias a que los recogió Noé en el arca. (No sabemos cómo sobrevivieron los animales de América y Australia, que no entraron en el arca, ya que el tal chaparrón, como nos enseña la Biblia, fue universal).
Entre los animales peor tratados por el hombre (y la mujer) están los mosquitos y las ratas. Todos los años, los ayuntamientos más afectados están preparando por estas fechas fuertes campañas de exterminio de la sufrida colonia de pequeños e indefensos mosquitos, que están tan tranquilos poniendo los huevos en las charcas, lagunajos y demás espacios húmedos. Los pueblos que reciben abundantes turistas, entre los que destaca Roquetas, ya habrán aprobado los pliegos de contratación de las empresas fumigadoras. Gabriel Amat no tardará en anunciar, como cada año, que en este va a acabar con la plaga que tiene a los habitantes y turistas de Aguadulce, La Romanilla, El Puerto y la Urba hartos de comprar antihistamínicos y repelentes.
Aunque reconozcamos que es muy molesto tener que rascarse y sacar mosquitos del gin-tónic, no deberíamos ser insensibles al sacrificio cruel y masivo de estos animalitos, que contribuyen al equilibrio ecológico y a la cadena trófica. Se debería implementar un sistema de control indoloro, por ejemplo esterilizando a los progenitores, aunque hubiera que caparlos uno a uno, como se hace con los gatos ferales y se pretende que se haga con los “sensibles” (sic) jabalíes, que están siendo maltratados por los niños del Cabo de Gata, en lugar de dejarlos que se paseen por las calles como cualquier criaturica de dios. Otro día, con más tiempo, comentaremos el caso de las ratas y su –hasta ahora no conocida- afición a participar en la cabalgata de los Reyes Magos. En lugar de comprar raticidas y cepos, se debería aprovechar su disposición festiva, y montarlas en una carroza, por ejemplo en la de Mickey Mouse. Para tenerlas contentas y controladas sin tener que matarlas, se pondría, en vez de caramelos, un expositor de quesos con el distintivo “Sabores Almería”, lo que añadiría un plus de publicidad entre los visitantes foráneos. Le daría a nuestra ciudad un realce similar al de las luces de Vigo y nos consagraría como ciudad singular en la defensa de los derechos de los animales. De nada.
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