A ver ahora

11 de enero 2025 - 03:08

En la vida, a veces, solo hay que esperar el momento. Puede tardar años en aparecer, pero termina llegando si aguardas pacientemente. Ser defensor de la Copa no es lo más recomendable cuando tu equipo vive con el agua al cuello. Edición tras edición debes defender lo indefendible, sosteniendo que es una competición atractiva que puede brindar tardes maravillosas. Estos argumentos caen por su propio peso cuando cualquier rival de medio pelo te manda a casa convirtiéndote en el hazmerreír nacional o si, para colmo, pierdes el partido liguero que disputas justo después de la eliminatoria. Es entonces cuando hay que escuchar aquello de que es mejor centrarse en la liga o que la Copa es una distracción, como si un futbolista se dispersase por el mero hecho de tener que afrontar dos encuentros semanales. Sin embargo, hay años que todo cambia y la realidad nos da la razón a los ilusos que siempre confiamos. El Almería-Sevilla fue el partido más apasionante que ha disputado el conjunto rojiblanco desde el ascenso. El ambiente ensordecedor se culminó con una remontada épica ante el rival que más morbo genera en el Mediterráneo. Tras ello, euforia. La afición ha seguido como nunca el sorteo de este miércoles. El cuerpo técnico no ha ocultado sus ansias por pasar de ronda. Y los jugadores, metidísimos, ya mostraron un hambre atroz en dieciseisavos. Ahora, Almería se prepara para vivir una de sus semanas más ilusionantes de los últimos años. Unos días insulsos se convierten en extraordinarios gracias a la Copa. Una competición más además de la rutinaria liga. Aquellos clubes saciados de títulos, eliminatorias y finales pueden permitirse el lujo de tirar torneos. Los de abajo, que no saboreamos nunca una mísera portada, no estamos para eso. Debemos aspirar a disfrutar de vez en cuando. Por eso, extraña que haya quien quiera renunciar a estos caramelos. A principio de temporada, claro. Porque a ver quién quiere ahora palmar contra el Leganés.

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