Trashumancia

Luces y Razones

Trashumancia
Trashumancia / Javier Alonso

22 de junio 2024 - 16:27

Los ganados trashuman cuando marchan de las dehesas del invierno a las del verano, o al revés. Como también son trashumantes las personas que cambian periódicamente de lugar. Luego es el tiempo de que estén en ello tanto las bestias -tenidas estas como animales cuadrúpedos- como los bípedos implumes -esa platónica manera de definir al ser humano, animales de dos pies sin plumas-. El veraneo participa de la trashumancia, si bien cada vez sea más reducido el tiempo genuinamente de vacaciones, pues los aprietos del bolsillo no dan para desahogos mayores. Cuestión distinta es no tener asiento ni afincarse en un lugar, de modo que el arraigo lleve a establecerse y avecindarse en un domicilio estable, donde moren y rijan, además, las domésticas rutinas de los días y los íntimos secretos del convivir, aunque sea con uno mismo. De ahí, entonces, el particular atractivo de los trashumantes, no sujetos a estancias permanentes, ni a empadronamientos reales o efectivos, ya que van de una parte a otra guiados por variopintas contingencias e incluso confiados al azar en las encrucijadas de los caminos. No como los ganados, que obedecen a los pastores -la magnífica fotografía parece un cuadro al óleo- para ser conducidos donde más conviene. Por eso los errabundos no se dejan pastorear y aborrecen el asiento fijo

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