Terque y los museos locales

Resistiendo

20 de junio 2024 - 06:33

En toda la información –incluyendo los textos de opinión- aparecida estos días en prensa provincial con motivo de la última llamada desesperada de los Museos de Terque para denunciar su escasez de medios y anunciar su cierre si no se les dota dignamente, he apreciado que, casi unánimemente, la administración supramunicipal a la que todos los actores se dirigen pidiendo socorro es a la Diputación Provincial. Todo esto no es nuevo, y a mí me suena muy de cerca desde hace muchos años, pero me resulta asombroso que nadie recuerde, después de todo lo que ha llovido, que la administración competente en materia de museos, y además con carácter exclusivo, es la Junta de Andalucía. Lo he denunciado reiteradamente; la agonía de los museos locales, especialmente los radicados en pequeñas poblaciones, se debe a la dejación de funciones de las administraciones autonómicas. Ello es un mal generalizado en todo el país, pues la de museos es una de tantas competencias que –en su afán de concentrar poder de decisión y control- asumieron las autonomías sin tener presupuestos ni facultativos formados y solventes en la materia. Las Leyes de Museos que en las últimas décadas se han aprobado revelan un desconocimiento de la realidad y una irresponsabilidad alucinantes. Con una desvergüenza ciertamente indisimulada, se lavan las manos y descargan toda la responsabilidad de la financiación y gestión sobre los titulares de los museos. Hemos aceptado que la única tabla de salvación posible para los museos locales ha de venir de las diputaciones, y en esa dinámica de apaño anda todo el mundo. Los museos de Terque, pese a estar en un entorno rural y despoblado, tienen –especialmente el etnográfico, que es de los mejores de España en su tipología- una calidad extraordinaria, principalmente por el empeño y trabajo de su creador, Alejandro Buendía, y vienen realizando una labor de recuperación de la memoria rural de enorme valor. Pero no es lo habitual. En su afán de dar barra libre a los interesados, las autonomías han autorizado e inscrito multitud de museos y centros de interpretación en centenares de pueblos, sin entidad, interés y solvencia algunas. Han proliferado toda suerte de chiringuitos y tontunas que pretenden erigirse en tótems culturales de sus municipios y lo que deberían es ser borrados del mapa. Un museo es algo muy serio, y las autonomías deberían limpiar la era en primer lugar para después regar a unos pocos escogidos, serios y de verdadero calado cultural.

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