Sosiego

10 de octubre 2024 - 03:09

Al fin el aficionado de la UD Almería pudo salir del Mediterráneo con una sonrisa de oreja a oreja. Tras un año y medio de decepciones -no cuento la pachanga de la última jornada con el Cádiz-, la tropa rojiblanca tiró de orgullo para rebelarse de la desidia con una victoria. Desde la épica, los muchachos de Rubi plasmaron con claridad una idea de juego sobre el campo y tiraron de brega para sacar los primeros tres puntos de la temporada en casa. En el plano individual, sorprende que Baba y Pozo fueran los principales protagonistas de la UDA. Dos jugadores hundidos en la miseria y que, tras desfilar cuatro entrenadores por el banquillo, Rubi los ha recuperado. Un ejercicio nada sencillo y de auténtico sombrerazo tanto para el staff como para el ghanés y el sevillano. Creo que todos coincidimos en estas reflexiones. Ahora bien, tal y como deslizó el líder rojiblanco al término del encuentro, la última victoria indálica no es ni por asomo un punto de inflexión. Es un primer paso, sin duda, pero no es un golpe encima de la mesa. No toca pasar facturitas porque, me remito a las palabras de Rubi en sala de prensa, «hasta ahora somos más bien un equipo perdedor». Lo del sábado es lo mínimo exigible en unos futbolistas que, durante un año y medio, fueron incapaces de hacer vestuario y de ganar un mísero partido ante su gente. Repito, es un primer paso para buscar esa dinámica ganadora que todos ansiamos. Pero ahora mismo el Almería necesita pasar de lo extraordinario a lo rutinario; de los tres puntos a una senda ganadora. Continuidad, a fin de cuentas. Para alcanzar dichas cotas, es necesario que este equipo demuestre en Oviedo y en Zaragoza la misma fe, el mismo hambre y el mismo coraje del sábado. Si es así, entonces vayan pasando las facturitas. Mientras tanto, solo podemos hablar de un ejercicio de muchísimo mérito, pero extraordinario.

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