
Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Los sindicatos del siglo XXI
Tribuna Económica
El desenlace de la huelga de Renfe y Adif es una anécdota más en la compleja relación entre política y marco de relaciones laborales, en la que destaca una capacidad de convocatoria de movilizaciones por parte de los sindicatos muy superior a la de afiliación, pero sobre todo una enorme influencia en las decisiones políticas. La capacidad de movilización disminuyó con el cambio de siglo, pero la influencia política ha sufrido los vaivenes del tratamiento de la negociación colectiva en las sucesivas reformas laborales. La contradicción entre influencia política y afiliación se explica por el recurso a la financiación pública de las organizaciones, con dos implicaciones fundamentales: una acusada ideologización de las organizaciones y fuerte resistencia a la afiliación. Sánchez-Mosquera (Univ. Sevilla) señala como el peso político y la afiliación, tanto a los sindicatos como a la patronal, decae con la descentralización de la negociación colectiva en la reforma laboral de 2012 y se recupera con la de 2022.
También el mercado de trabajo español es habitualmente tildado de rígido y dual, cuya consecuencia es que el exceso de protección al trabajador indefinido puede perjudicar a parados y trabajadores temporales, como sugiere el penúltimo lugar que ocupamos en la tasa de puestos vacantes de la UE, utilizado como indicador de dinamismo/rigidez en el mercado laboral. La reforma de 2022 aborda el problema impulsando la contratación indefinida, pero con el inconveniente de recuperar un modelo de negociación colectiva que empodera a sindicatos y patronal, pero con evidentes limitaciones para reducir el desempleo.
La teoría “insiders-outsiders” (Lindbeck y Snower, 1988) explica la pervivencia en el tiempo de salarios reales superiores al que permitiría reducir el paro y el fenómeno conocido como “histéresis del desempleo” (los empleos perdidos durante una crisis no se recuperen tras superarla). Parados y trabajadores temporales (outsiders) son discriminados en la negociación colectiva en beneficio de los trabajadores fijos (insiders). Los sindicatos defienden en la negociación colectiva el interés de sus electores (salarios y costes de despido elevados), limitando la posibilidad de que los “outsiders” puedan acceder a condiciones laborales similares a los “insiders” y todavía más de desplazarlos debido al aumento de los conocidos como costes de rotación.
Si las leyes refuerzan el poder de negociación de los sindicatos, lo utilizarán para evitar la presión competitiva de los “outsiders” limitando el coste de la discriminación, por ejemplo mediante la mejora del subsidio de desempleo, y defendiendo el monopolio de la representación en la negociación. Pero el abusivo privilegio de los “insiders” quedó al descubierto con la crisis de 2008, que se cebó de manera casi exclusiva en las espaldas de los “outsiders”, y el prestigio de los sindicatos acusó el fracaso de la huelga general de 2010. Con una afiliación muy reducida en pymes, que duplica en el sector público al privado y que triplica entre trabajadores con más de 45 años a los de menos de 30, algo tendrán que hacer para que la sociedad del siglo XXI siga valorando su utilidad.
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