Raúl Piñeiro

El silencio de los corderos

Cartas británicas

10 de julio 2018 - 02:35

Estrenada en 1991, 'El Silencio de los Corderos' cuenta la historia de Clarice Starling, una joven detective en formación del FBI que busca la ayuda del Doctor Lecter, con el objetivo de aprisionar a otro asesino en serie conocido como Búfalo Bill. Es un thriller psicológico que se llevó un buen puñado de premios. Anthony Hopkins hace de Lecter y Jodie Foster de Clarice Starling. Alfonso García y Miguel Ángel Corona, a su manera, quieren jugar con nuestra mente y protagonizan una historia que da incluso más miedo. El director deportivo compareció ante los medios de información intentando mandar un mensaje que, simplemente, no coló. Habló de esfuerzo, de superación, de que tendremos una de las peores plantillas de la categoría, pero que por nosotros no va a quedar. Habló de olvidar el pasado y centrarnos en el presente, el futuro… Nos vendió la moto, vamos, y nos trató, en definitiva, como borregos. Piensan Corona y Alfonso, que la afición de Almería es tonta. O peor. Que tenemos que dar gracias porque Alfonso sea nuestro presidente y Corona nuestro director deportivo. Un Corona que se define como hombre de la casa y suena a adalid de amor a los colores, pero con un contrato atado y bien atado como director deportivo. Recuerden una cosa: Corona se fue del Almería a finales de Septiembre en plena crisis de resultados del equipo de Sergi. Se fue a Australia y al siguiente verano no dudó en volver con un contrato 1 + 2 (un año de futbolista y 2 de director deportivo). Así que lecciones de almeriensismo, las justas. No sé si Cortacero es mejor o peor que Alfonso, pero mucho me temo que esa no es la cuestión. La cuestión es que el proyecto de Alfonso está acabado, caduco y el propietario de la entidad no tiene la más mínima intención de relanzarlo, revolucionarlo, cambiarlo. Como muestra un botón: el Almería presume de 1.200 renovaciones de abono en la primera semana. En Córdoba andan por 13.000. La diferencia, entre otras cosas, la marcan la ilusión y la dignidad, algo que de lo que carece el proyecto de Alfonso García. Y Corona y su palabrería también.

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