Sofía Alvarez Salas

Sasquatch Sunset

Escenario crítico

15 de agosto 2024 - 03:07

La vida de un grupo de yetis nómadas en medio del bosque americano nos llega de la mano de la productora de Ari Aster, consolidado director del cine de terror independiente, que sigue ampliando su mirada hacia proyectos cada vez más experimentales y surrealistas. Es sorprendente que, a lo largo de los 88 minutos de duración del largometraje, no haya un solo diálogo, ya que solo acompañamos a los yetis en sus aciertos y tragedias, especialmente cuando se aventuran más allá de lo que deberían hacia el mundo urbano, un entorno que les resulta ajeno y peligroso. Es igualmente llamativo que actores de la talla de Jesse Eisenberg (más conocido por su papel como Mark Zuckerberg en “La Red Social” de David Fincher) y Riley Keough, recientemente reconocida por su participación en la serie “Daisy Jones and the Six”, y que también ha formado parte de diversas entregas de “Los Juegos del Hambre” y es la nieta de Elvis Presley, hayan decidido participar en este peculiar proyecto cinematográfico.

El largometraje ofrece una cinematografía espectacular, con tomas preciosas de los vastos bosques americanos, donde la naturaleza parece hacerse un espacio en un ambiente que inicialmente aparenta ser pacífico, pero que pronto es interrumpido por la presencia del mito de los yetis. Estas criaturas, según la película, más que contribuir a la belleza de este paisaje de naturalezas diversas, lo perturban profundamente con sus actitudes casi humanas, mostrando una violencia latente que, sin embargo, está imbuida del salvajismo primitivo típico de los seres de los que, en última instancia, descendemos.

La película intenta utilizar estos contrastes entre la naturaleza imperturbable y la violencia asociada con el mito de los yetis, en el cual gran parte de la población norteamericana sigue creyendo, como una herramienta de comedia. Se convierte así en un medio para desmitificar la leyenda de Pie Grande, un tema que ha generado incontables búsquedas, foros de fanáticos, y hasta centros culturales dedicados a explorar la fascinación que la cultura americana mantiene por obtener más información sobre esta enigmática criatura. No obstante, el filme se queda a medio camino en su ejecución, ya que los arrebatos toscos en los que los personajes interactúan con su entorno nos llevan a identificarlos como seres extraños y ajenos, no solo al paisaje natural en el que habitan, sino también a los vestigios del mundo moderno, como las carreteras y las radios de los años ochenta. Estos yetis terminan siendo criaturas sin un lugar real al que pertenezcan, siempre vagando y buscando un espacio donde acomodarse, pero sin opción de encontrar un hogar más allá de lo que podría ser un culto póstumo o un centro de adoración mitológica.

Finalmente, el filme presenta un ejercicio interesante en cuanto al concepto sobre la fragilidad de la vida de una especie que deambula sin rumbo, en un constante desplazamiento que evoca el espíritu nómada de quienes están siempre en la búsqueda, pero que nunca logran encontrar su verdadero lugar en el mundo. A pesar de estas reflexiones, queda la sensación de que, aunque todos parecen querer encontrar a estos seres míticos, el verdadero hallazgo es la conciencia de que tal vez su lugar en la realidad es, por definición, inalcanzable.

Tiktok: @snasfilm

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