Revancha

No le perdono a José Gomes el papelón copero de hace cuatro años. Ha sido inevitable esta semana para cualquier almeriensista no recordar un episodio en el que se impuso la cobardía por encima de la ambición. Gracias a ese espíritu perdedor, el portugués, muy querido por aquel entonces por la familia rojiblanca, puso la primera piedra para acabar saliendo dos meses después del Almería por la puerta de atrás. Y el desenlace lo conocen todos ustedes a la perfección: no hubo sorpresón en Copa y tampoco promoción a Primera División. Creo, y espero, que en la entidad hayan aprendido la lección. Me amparo, al igual que todo el almeriensismo, en la figura de Rubi. Sabe a las mil maravillas que es una semana grande para la ciudad. Por rival, por el estado de ánimo y de forma del equipo y por la competición en sí. Hay ganas de revancha, muchas, y la cita con el Sevilla llega en el mejor momento posible. E insisto: la gran esperanza que tengo para la eliminatoria está en el banquillo. Porque él mismo es consciente de que no es un partido cualquiera. Una victoria puede inyectar aún más si cabe más moral a un colectivo que ya sabe jugar y competir de memoria; un batacazo de la misma índole que el de Gomes el sábado puede significar el comienzo de la segunda mala dinámica de la temporada. Así de transcendente ve un servidor la primera cita de 2025 de la UDA. He de decir que es natural que a un técnico le pique el gusanillo por rotar ciertas piezas del once. Es impepinable que el objetivo primordial es el ascenso. Pero, repito, este pensamiento no debería dar rienda suelta a Rubi para reventar la columna vertebral del equipo. Es momento de poner el punto sobre las ies; es el escenario que todo futbolista, después de un año y medio de recibir hostias de todos los colores, sueña; es la hora de demostrar quién es el coco de la Segunda División; es el lugar indicado para demostrar a toda España que la Unión Deportiva Almería está de vuelta.