
Gumersindo Ruiz
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Penal y gol es gol
Como en la novela de Osvaldo Soriano que luego se convirtió en una película protagonizada por Fernando Tejero, el penalti ejecutado por Julián Álvarez a casi una semana de disputada la eliminatoria contra el Real Madrid, aún sigue dando que hablar. Todavía no sabemos si la pelota se movió, si la tocó el delantero argentino y de un día para otro, todos nos hemos convertido en especialistas en la nueva normativa FIFA. Sin dudas es el penalti más largo del mundo, porque nunca ha dado que tanto juego un fallo arbitral de tamaña trascendencia. Para todos los que mirábamos la tanda desde los doce pasos, había sido gol. Nadie advirtió del doble toque que el jugador del Atlético de Madrid da al balón, hasta que la tecnología sentenció la falta y el colegiado anuló el gol, que a mi entender es un gol de los de toda la vida, hasta que llegó el VAR. Entonces ahora es así, es lo que dicen las máquinas y eso es creer o reventar. Como reventados quedaron los aficionados rojiblancos al ver que su equipo una vez más está fuera de la competición, eliminado por el eterno rival que montó la fiesta en el jardín del Metropolitano. Son detalles de un encuentro en el que el local se puso en ventaja a los 30 segundos del partido, empató la eliminatoria y como suele suceder con los equipos de Simeone, eso era suficiente para dar un paso atrás. Tuvo 120 minutos para ganar el partido. Contó con la inestimable colaboración de Vinicius, quien mandó un penalti a las gradas, porque ahí se terminaba la historia. Prefirió aguantar. Fiel a la filosofía cholista, tan mezquina a la hora de competir por un resultado, el Atlético no se aprovechó de un Real Madrid que poco había hecho para pasar de ronda. Por eso, discutir sobre la ejecución de un penalti, es justificar al técnico argentino al que le produce vértigo verse por delante del marcador. Ahora a la catarata de declaraciones se sumó Enrique Cerezo, para quien el VAR es una herramienta terrorífica que solo vale para perjudicar. Yo prefiero creer que ahora hay menos margen para el error. Aunque las televisiones oficiales de los equipos hagan videos contra los árbitros. Aunque el ordenador se quede sin luz.
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