El patito feo

Ocurrió. Volvió a suceder. No será la última vez. La UDA, infantil y adulta a partes iguales en sus responsabilidades como equipo, tiró de repertorio y releyó al escritor danés Hans Christian Andersen y su título más conocido, El patito feo. La moraleja de este cuento corto es muy instructiva para los niños: no se debe juzgar a alguien por su apariencia (clasificación), pues la belleza reside en el interior. El patito, cuando es feo, todos le rechazan, pero, en cambio, al convertirse en un cisne, todos quieren saber de él. La cosa es de aplicación al caso de la UDA o, al menos, a este periodista es lo que parece. Los de Rubi habían agachado la cabeza y se avergonzaban de su juego y, sobremanera, de sus resultados. Pero hete aquí que cuando miraron su reflejo en el agua se quedaron asombrados. No eran un grupo de patitos feos, sino apuestos y jóvenes cisnes, como reza el famoso cuento. Una cuestión de autoestima, de confianza o váyase a saber. Los rojiblancos no han dado motivos para creer en sus opciones con un fútbol ramplón y una defensa que se bambolea como un junco a poco que sople el viento en forma de centros laterales o saques de esquina. Pero no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo soporte, y el equipo rescató del baúl de los recuerdos la seriedad defensiva y a Fernando, bajo palos, y fue un conjunto de Segunda con un delantero de Primera como Luis Suárez. El equipo ha recuperado el pulso, pero es disperso. El Albacete confirmará o no la mejoría. Y después el Huesca. Y luego, el Córdoba y el Elche.