¿Por qué no soñar?

Cada visita del Sevilla a la casa del Almería es especial. El equipo de la capital representa esa soberbia y desmedida grandeza propia de una afición que se ha hartado de ganar títulos europeos en las ultimas dos décadas. Imagino que será algo inherente y una cosa va unida a la otra, pero una parte de los aficionados hispalenses volverieron a demostrar esa ‘sevillanía’ tan propia como habitual antes, durante y después del encuentro. El duelo copero, en el que los de Rubi partían como la víctima perfecta para un equipo de Primera, comenzó con un primer tanto de Isaac Romero que pareció el primero del fin para los rojiblancos. Sin embargo, en el segundo tiempo se vivió una verdadera exhibición en el estadio unionista. El tanto del empate de Marezi abrió una caja de Pandora en la que la afición se dejó llevar por lo que estaba viendo en el terreno de juego. Todos los presentes en las gradas del Mediterráneo se dieron cuenta que no era una osadía remontar la eliminatoria. En una de las tardes más mágicas que se han vivido en el estadio, Luis Suárez se enfundó el traje de héroe local para marcar tres goles a cada cual más celebrado por unos seguidores entregados a los mismos protagonistas que perdieron la categoría el pasado curso. Qué cosas tiene el fútbol. Ese recinto que acabó perdiendo los nervios hace pocos meses fue el mismo que perdió la cordura durante muchos minutos en un partido en el que el ambiente fue indescriptible. Aquellos que nunca levantan la voz se dejaron llevar entre saltos, cánticos y gritos a favor de los locales y en contra de los visitantes. Quizás, ese fue el día en el que se enterraron todas las hachas de guerra para llegar a varias conclusiones: la Copa no se puede tirar por días así, el ascenso estará más cerca con momentos como este de unión entre jugadores y afición y, por último, ¿por qué no soñar con llegar lejos en esta competición?