Jorge Colipe

Nico y lamine

Penal y gol es gol

22 de julio 2024 - 03:08

Sí, lo sé. No es nada nuevo hablar de estos dos chavales que dieron otro brío a la Selección Española que acabó proclamándose campeona de Europa. Dos españoles de importación que han hecho mucho más por la diversidad en este país, que todas las asociaciones y la política juntas. Porque uno puede pensar lo que quiera, pero el fútbol, pasión de multitudes como diría un viejo relator, es de todos. Propiedad del pueblo, aseguró Marcelo Bielsa hace pocos días después del escandaloso final entre Uruguay y Colombia. Es eso. El fútbol es el más democrático de los deportes. El que cualquiera puede jugar con la única condición de respirar. Con una bolsa, unas medias enrolladas o un balón de cualquier precio. Es una de las razones por la que los pobres y los marginados lo reclaman como parte de su identidad que como siempre ha sido absorbido por las clases dominantes y lo han hecho parte del negocio. Un objeto más de consumo masivo. Y entre tanto business y lluvia de millones, aparecen dos chicos, hijos de inmigrantes que otorgan a España y al fútbol en general una pureza y un descaro que devuelven la esperanza a los que como yo, habitan en el espacio de la nostalgia. Dos extremos a la vieja usanza, un wingizquierdo y un wing derecho que abren el campo y driblan, te encaran, echan el freno, levantan la cabeza y chutan o asisten. Y entonces todo un país recupera la esperanza y el orgullo. Y ellos, los protagonistas, dejan de ser inmigrantes, para convertirse en uno de los nuestros. Y yo pienso, en ese mismo instante, que no es una cuestión de raza, sino de clase. Hay gente que no es que no quiera a las personas de otro color -que los habrá-, sino que no quiere a los pobres. Si tiene dinero, el color de la piel es lo de menos. Si es quien nos da la Eurocopa, quien le marca un golazo a Francia o el segundo a los alemanes, es un igual. Nico Williams y Lamine Yamal se han puesto de moda por méritos propios y sí, son españoles. Cuando la pelota entra en la portería, la integración social, es una puerta que se abre como por arte de magia.

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