Navidad anticipada

Qué añito nos hemos tragado, entre unas cosas y otras. Lo empezamos tratando de convencernos de que lo del último cuatrimestre de 2023 había sido una pesadilla de la que había que despertarse en 2024, lo seguimos temiendo por el futuro más cortoplacista de la UDA como institución y lo acabamos engorilados por la posibilidad de alzarnos con El Cuarto. Soy plenamente consciente de que es la sensación que tendrá el aficionado medio de, en el más puro sentido de la palabra, cualquier equipo de España, pero qué equipo este. Ser del Almería es lo más parecido a subirse a montaña rusa de que la que sabes que vas a salir indipuesto, aturdido y con ganas de vomitar. Es complicado pasar por más estados emocionales divergentes que por los que ha pasado el aficionado menos pasional en este 2024. Sea como fuere, el Almería, a colación de estas fechas, volvió a casa por Navidad hace varios meses. Una casa ubicada en Vilassar del Mar, para ser exactos. Tras un arsenal catastrófico de bandazos (motivados por razones de dudoso raciocinio), se saltó a la torera uno de los preceptos más básicos de la nostalgia: volver al regazo de con quien fue feliz. Tras una más que convulsa (porque no fue un simple punto final) separación en 2023, la UD Almería, cual divorciado sin rumbo, cogió una linde aparentemente buena en forma, pero que, en fondo, se derrumbaba por su propio peso. Y, por si fuera poco, la sensación es que reincidía sin cesar. No obstante, en una inédita asunción de errores, la UDA acabó con este sindiós volviendo a apostar por el artífice de gran parte de lo que sigue en pie, que algo queda. Escribí hace unos meses que, si Rubi era capaz de domar al desacreditado tropel que le caía en las manos y no hacer mayor la herida, ya podríamos dar por bueno su trabajo. Pero la ambición y el trabajo han resultado ser el germen de una provincia que, por fin, suspirada ilusionada. ¡Feliz Navidad!