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El ser humano descubre su entorno, lo mira, escruta y compara. Para ello necesita medir, pesar, palpar, para comparar objetos, espacios y personas. Todas estas medidas organizan el entorno comprensible, cuya interpretación está basada en sus proporciones, base del discurso comunicativo que describe el paisaje y campo circundante. Aquello que no existe a la mirada no es susceptible de comparar, pues no se tiene en cuenta. A veces es difícil o hartamente imposible, por sus dimensiones, definir sus magnitudes.
Es cuando se produce una estimación, corta, exacta o exagerada, según sea la experiencia, comprensión o habilidad del sujeto que mide o sopesa.
La persona está inmersa en la medida, ya que su comprensión del medio entorno así lo exige, pues la supervivencia ancestral lo ha marcado en todas las partes de su estructura psíquica. Mas llega un punto, al utilizar las reglas lógicas del pensamiento, que esquematiza su realidad sometida a las reglas racionales. Es una forma de humanizar y alterar el paisaje. Actúa en potencia cuando aplica su mirada estimativa, estando potencialmente dispuesta a conquistar, hollar el medio, domesticar la Naturaleza con su ingenio y presencia.
Asunción Lozano comprende esta acción, del concepto abstracto, del pensamiento humano, como interpretación racional, abandonando en el mundo de la ceguera aquello despreciado, no estimado u olvidado en el desván de la memoria rutinaria. Esta creadora plástica, elabora una instalación en la que conjuga utensilios de medida, fotografías y pinturas. Con todos estos elementos, construye una figura intelectual que por sí misma describe esta facultad humana, la cual dialoga con el observador, incorporándolo en la exposición de magnitudes que caracteriza la realidad racional, sujeta a números, relaciones de proporciones y posibilidades. Esta idea matriz actúa como eje que da ánima a su discurso expositivo, incorporando los silencios, del relato desarrollado, por la apariencia de la figura expositiva.
Ésta recibe y se alimenta de las historias, experiencias y fantasías de los espectadores, pero a la vez induce sugerencias en el vacío de su discurso, pues entre los espacios de las imágenes lógicas, que sugiere, surgen otras disruptivas, en las que se reflejan las dudas y misterios, aprensiones y estructuras imposibles invisibles a la consciencia, pero que llenan la nada comprensiva de la mirada.
Asunción Lozano muestra una estética inteligente en esta instalación plástica, rica en conceptos e impresiones.
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