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Me declaro Lopynista confeso y practicante. Soy fiel al ojito derecho de la afición rojiblanca; al verdadero pelotero del equipo; al tipo que, independientemente de las circunstancias, saca la mejor de sus sonrisas; al auténtico alma de la fiesta del Mediterráneo. Creo que coincidirán conmigo respecto a que es sumamente difícil no ser fan de un tipo como Dion. En una tarde tan mágica y en la que la afición rojiblanca dio un recital en el Mediterráneo, Lopy se enfundó la mejor de sus galas. No es ni mucho menos un disparate afirmar que, con permiso de Luis Javier, quien está intratable desde el mes de octubre, el senegalés es el futbolista más diferencial del Almería 24/25. El ‘6’ es, sin lugar a dudas, el capitán general de un centro del campo que lleva más de un mes en cuadro tras las lesiones de Baba y Gui. Un contexto pésimo, y más para un mediocentro de sus características, pero que el propio jugador ha aprovechado para dar un paso al frente en sus prestaciones. Atrás quedó esa versión apática de un Lopy que, en su primer ejercicio como indálico, mostró más dudas que certezas para competir en la élite a pesar de su grandísimo talento con balón. Ahora, con la ilusión de toda una provincia recuperada gracias a la mano de don Joan Francesc Ferrer, Dion habla otro idioma sobre el verde. El senegalés ya venía dando muestras de su cambio de mentalidad este curso, pero la exhibición tanto de lectura de partido como de fútbol técnico del pasado sábado fue la confirmación definitiva. Se jugó a lo que dictó él y dio absolutamente igual que el rival fuese el Sevilla. Un auténtico privilegio que solo pueden permitirse genios como él. Porque ser Lopynista, amigos, es declararse fan incondicional de aquellos tipos con un talento natural; de aquellas personas que resuelven las situaciones de crisis con la mayor sangre fría posible; de la gente que esboza a cada instante la mejor de las sonrisas, independientemente del escenario o de las circunstancias.
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