Ladran, luego cabalgamos

Ladran, Sancho, señal que cabalgamos. No hay mejor alegato para hablar del resurgir del Almería en los últimos dos meses. Una vuelta al escaparate nacional que, por supuesto, ha llegado acompañada de una oleada de odio y cuñadeces desde todos los rincones de nuestro país. Cierto es que parte de esa inquina radica en los comentarios de críos que aún se explotan los granos en el ascensor y que, en sus ratos libres, tuitean. Pero dentro de ese sector también hay sujetos -algunos de ellos incluso viven del periodismo- que ya peinan canas. “DAZN CF”, “el equipo de Tebas”, “como para no sospechar” o “lo grave sería no ascender con ese valor de plantilla” son algunos de los comentarios de barra de bar más repetidos en redes sociales. Fíjense qué curioso que la mayor parte de los indignados con la UDA son afines a equipos cuyas propiedades también cuentan con inversión extranjera. Ejemplos hay de sobra en la categoría: el Sporting y el Oviedo, con capital de México; el Elche y el Burgos, con argentinos a los mandos; el Dépor, con ABANCA, banco cuyo propietario es venezolano; el Albacete, con el grupo catarí Skyline International como máximo accionista; y nuestros vecinos granadinos contando con inversores chinos. Señoras y señores: bienvenidos al fútbol moderno. Muy pocos se escapan de las manos del dinero foráneo, salvo honrosas excepciones. Lo fundamental para comprender el odio irracional de estos cuñaos es que el Almería está intratable. Hace dos meses ni mú del jeque, el valor de la plantilla y la ridícula conspiración con la LFP. Y es que cuando los perros ladran es porque algo les pica. Sencillamente, el equipo de Rubi ha presentado con creces su candidatura en firme a la categoría dorada del fútbol español cuando todos esperaban un batacazo de época. He de confesarles que, entre el estado de forma de los rojiblancos y las lágrimas de las aficiones rivales, estoy disfrutando más que un niño en el Toys R’Us. Por si no les ha quedado claro: no viene el coco; el coco ya está aquí.