El parqué
Álvaro Romero
Jornada de subidas
Rincón almeriense
Pocas horas faltan ya para que se dé el pistolezado a una nueva edición de la MedioMaratón Ciudad de Almería. Mitad de una maratón para unos, un cuarto para otros. Lo más importante es que todos los que se reúnen tanto en la salida como en las diferentes calles de la ciudad, tienen ganas de disfrutar con un deporte que cada vez tiene más adeptos en la provincia y en todo el mundo, que se dice pronto. De cara a esta nueva edición, la organización ha cambiado de forma relevante el recorrido. Ya no se inicia la carrera con las cuestas rompepiernas de Los Molinos y Villablanca, mañana nos daremos un garbeo por la Vega para luego internarnos por la Carretera Sierra Alhamilla. La intención es que sea una carrera rápida, que se batan récords y sean cada vez más los velocistas que quieran venir a Almería a correr. Sin embargo, los que somos corredores aficionados vamos a disfrutar con una larguísima recta, desde el puente del Pryca hasta el Cable Inglés, corriendo por asfalto recién puesto. Las recta son insufribles, cansinas porque no ves el fin; lo sé por la experiencia en la Media y por el Camino de Santiago. Sin embargo, tiene un sabor especial correr por esta nueva arteria de la ciudad, que se ha quedado francamente bien después de tata molesta obra... que todavía sigue en el Toblerone. Una vez en la Rambla, subida imitando a la San Silvestre, para llegar a la Puerta Purchena por Obispo Orberá y disfrutar del Paseo. Otra recta dura, cuando las piernas ya empiezan a ir cargadas por el Parque, y después de visitar el Faro de Levante del Puerto, al templo por la Avenida Cabo de Gata que se diría en Semana Santa. Este año cambia también la entrada a meta. Realmente es increíble la última vuelta al anexo, con la gente vitoreando en las gradas y con un legionario en la meta esperándote para ponerte la medalla. Sudor y honor, 21 kilómetros de sufrimiento y satisfacciones.
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