El parqué
Álvaro Romero
Descensos moderados
Estamos viendo y leyendo estos días que los nuevos miembros del Consejo General del Poder Judicial, no elegidos por los jueces, no se ponen de acuerdo para elegir y nombrar a su Presidente que, a su vez, será el Presidente del Tribunal Supremo, después de tres reuniones. Ahora vacaciones y después seguirán, no hay prisa.
Aquí no se trata, como se deduce, de elegir al de mejor currículum, al de más prestigio, al más antiguo/a, al más moderno/a, al de mejor verborrea, al que ha pasado por más juzgados de pueblos, al que ha participado o colaborado en más reformas legislativas.…no, se trata de votar por el que tiene su misma ideología política que, curiosa coincidencia, es la ideología del que lo ha puesto ahí.
También hemos visto y leído que se han aprobado leyes y decretos muy importantes para nuestro país, pero después de asegurarse que al Tribunal Constitucional hayan llegado determinados jueces. Bueno, jueces de carrera judicial no son todos sus componentes. Por supuesto que llegaron designados, no elegidos igualmente, sin tener el mejor currículum, sin ser de los de mas prestigio, etc, etc. Y encima dictan sentencias corrigiendo al Tribunal Supremo. Antes, en España y en la mayor parte de los paises, sus tribunales supremos de Justicia son la institución que dicta doctrina. Aquí ya no en determinadas circunstancias.
Y voy al motivo principal de esta reflexión: la Justicia con mayúsculas, que es la justa, se ha convertido en la justicia, con minúscula, de ideología. Ahora ya no se podrá decir “que haya Justicia” porque, para mí, no existe ya esa Justicia única y basada en la Ley: justa.
Quizás para un ciudadano de a pie le siga siendo difícil una Casación (es muy difícil que se admita a trámite además de reunir unas condiciones muy específicas para interponerla), o esperar años en muchos juzgados para, simplemente, que le incoen una demanda en reclamación de cantidad justificada, obtener la posesión de un inmueble, ejecutar una sentencia o cualquier otro derecho pero, para aplicar la justicia de ideología, bastan unos días.
No hablo del Ministerio Fiscal porque lo he tratado poco en mi profesión pero, convertido y transformado en ciudadano normal, me reservo mi triste pero irritable opinión. Y es que todo esto se va al traste cuando se interpreta o se aplican criterios por cuestiones ideológicas. Es cuando me pregunto, ¿hay una sola Justicia o hay varias?
Y, claro, me ponen en duda lo que me enseñaron sobre la división de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. De los dos primeros todo sigue igual que siempre, pero del tercero, ahora tenemos el poder judicial, o jueces, progresistas, el poder judicial, o jueces, conservadores, el poder judicial, o jueces, que no se alinea con nadie, y el poder del Consejo General del Poder Judicial que espera instrucciones.
¡Qué pena!
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