Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
Viajar con tu equipo es, quizás, la experiencia más placentera de cuantas vives cuando eres aficionado. Visitas otra ciudad, paseas con la camiseta de tu club consciente de que llamas la atención, animas más de la cuenta, haces una previa mejor que la de cualquier partido en casa y descubres lugares a los que nunca acudirías si no fuese por este deporte. Uno de mis pasatiempos preferidos es ponerme en la piel del aficionado local e imaginar qué se le pasa por la cabeza en esas situaciones: si piensa que somos cuatro gatos o si, por el contrario, nos considera una gran masa social; si menosprecia nuestros cánticos o si se queda fascinado por nuestro ímpetu; si nos ve como una hinchada mediocre u observa en nosotros un cierto recorrido. Plantar alrededor de dos centenares de personas en la fría ciudad de San Sebastián de los Reyes para ver la descafeinada primera ronda de Copa del Rey es uno de esos hechos que sitúan a la del Almería como una afición que hace, exactamente, lo que se espera de quien lleva más de dos décadas en el fútbol profesional: acudir a un estadio que te pilla cerca si vives en Madrid y animar. Sin más. Cualquier masa social con trayectoria en la élite se haría notar en las gradas impersonales de un estadio como el Matapiñonera, y la rojiblanca cumplió. No es poco. De hecho, es un orgullo. Hasta Centelles reconoció que no esperaban tanto apoyo. Por eso, habría que preguntar al ese día capitán del Almería por qué no demostraron su gratitud sobre el césped. Por qué Arnau celebró su gol lo más alejado posible de la grada visitante. Por qué apenas se acercaron dos jugadores al final para aplaudir a los suyos. Por qué se empeñan en mostrar desinterés y frialdad, ajenos a todo en su burbuja. Máxime, cuando saben lo que lleva arrastrado esta hinchada por su culpa. Poner un tuit está bien, pero los agradecimientos, mejor en persona. Así es imposible enderezar la relación entre plantilla y afición. Y no será por culpa de esta última.
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