Araceli Rodríguez

Experiencia

Opinión

Sin duda esta ha sido una Semana Santa muy especial para mí. La verdad es que la semana más grande y más santa, para todo cofrade que se precie, me gusta desde mucho antes de lo que puedo recordar. Aunque me parezca mentira, llevo ya cuarenta años siendo miembro de una hermandad y, desde que nací, semanasantera de vocación, sí, de los que escuchan un trocito de una marcha procesional en agosto, en la radio de un coche que pasa y se les cae la lagrimita. Son ya muchos años hojeando programas de mano o yendo al encuentro de las procesiones orientándome, solamente, por el sonido de su banda de cornetas y tambores en la distancia… pero este año ha sido totalmente diferente, porque lo que veía y sentía no era solo para mi, podía compartirlo con todos los que, cada día, habeis leido las crónicas de las distintas hermandades. Se trataba de ver para poder contarlo y esto me ha llevado a recorrer las calles del itinerario y a ver pasar las distintas hermandades cuaderno en mano, para poder anotar cada detalle con aroma a cera e incienso: estos estrenan esto, aquellos lo otro, ¿cómo se llama el capataz del paso de la Virgen?, ¿qué marcha habeis tocado mientras salía el Cristo?.... Ha sido un dichoso ir y venir, un bendito no parar que me ha hecho mirar de otra forma lo que tantas veces antes había contemplado y quizás no había logrado ver en su totalidad; me ha brindado la oportunidad de reencontrarme con grandes amigos “del gremio cofrade” y de conocer a otros nuevos, a todos ellos, desde aquí, aprovechó la ocasión para darles las gracias por dedicarme su tiempo y por abrirme su, también semanasantero, corazón. En definitiva: he aprendido mucho y ha sido una experiencia preciosa, todo un regalo de esos con los que la vida te sorprende cuando menos te lo esperas. Gracias por tanto. Gracias por todo.

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