Etiqueta negra

He de confesaros que yo era de aquellos que daba a Luis Suárez por amortizado. Este pensamiento nació a partir de sus famosas declaraciones dejando la puerta abierta a su futuro en la última jornada liguera. No sé a ustedes, pero a un servidor le ha sacado de quicio en más de una ocasión esta temporada con sus reproches constantes a los compañeros y sus reacciones exageradas después de los fallos a portería. Quizás el enfado que sufría consigo mismo a comienzos de curso atendía a que no pudo encontrar una salida este verano. Estoy convencido que él estaba en esa lista de jugadores más centrados en su futuro lejos de Almería que en el propio club que Rubi apuntaba en septiembre. Esa versión de Suárez ya es historia. Desde hace un mes, la UDA se comporta como un equipo y gran parte de la culpa es por el rendimiento del colombiano. Está de vuelta su asfixiante pelea con los centrales, su extraordinaria potencia en carrera y, lo más importante, su acierto de cara a portería. Aunque pueda sonar a topicazo, y sobre todo al tratarse de un delantero centro, es indiscutible que su bajo rendimiento en el primer cuarto de campeonato se debía a una cuestión mental. Ya con la cabeza limpia de rumores, intereses y acercamientos de terceros, Rubi ha podido encontrar a ese futbolista de etiqueta negra; al que es, de lejos, el mejor jugador de la categoría. Suárez ya ha demostrado con creces esta condición. Ahora al colombiano le restan dos objetivos para esta campaña: lograr el ascenso y formar parte de aquel elenco de delanteros con traspaso récord para la entidad que conforman Darwin Núñez, Sadiq Umar y El Bilal Touré. También os digo que, al fin y al cabo, las dos metas van de la mano. Si hay promoción, el club pegará otro pelotazo en el mercado. Y, a este nivel, lo normal es que se produzcan esos dos desenlaces en el que el ganador, sin ningún tipo de dudas, será el almeriensimo. Mientras tanto, disfrutemos y soñemos con un Almería liderado por el Hijo del Vallenato.