Francisco Bautista Toledo

El espíritu del color

Crítica de arte

21 de septiembre 2024 - 03:07

El beso es portado por el viento, suave paso casi imperceptible, delicado tacto inductor de emociones que se interpretan como melodías felices, desarrolladas en tranquilas partituras y colores, que se abren en armonía en todo su espacio circundante. Brisa perfumada que toma fuerza para convertirse en ímpetu, en el momento de la caricia, sabor del recuerdo que la memoria evoca, de aquellos encuentros que arrebataron la mirada, en el éxtasis del momento trascendente, postrado ante la imagen rompedora del hilo temporal de la existencia, tal como en uno de sus escritos reflejó José Ángel Valente, seducido ante un paisaje luminoso.

Explico así el título que Miguel Carini ha dado a su obra última, surgida de la revelación luminosa de su estancia en el Parque Nacional del Iguazú, cuando tras un largo y tortuoso sendero a través de la selva, como si fuera un recorrido iniciático, apareció ante sus ojos la casa pétrea del escritor Horacio Quiroga. Vegetación exuberante, cromatismo salvaje sustentado en multitud de campos florales, espíritu virgen de la Naturaleza danzando en el corazón de ese lugar selvático. Esta impresión recordada ha sido origen de esta propuesta plástica.

Poco puedo decir sobre la calidad de Miguel Carini, maestro continuo, que se supera constantemente, siendo muestra de ello los monotipos que presenta en cada exposición. Quiere este creador plástico conseguir el significado último del resplandor sujeto a la imagen, intentando obtener su reflejo, como halo del eco lírico desprendido del poema. En esta ocasión deja sin palabras tras su contemplación, silencio tras la mirada, delicadeza que transcurre, descansada en el ritmo de tonalidades impresas, variadas, en conjunción ajustada a la partitura sensitiva del momento rescatado.

Las piezas de este artista penetran en el espíritu del color, navegan en su seno, extrayendo sus esencias como fruto de su aventura plástica, para exponerlas en su forma evanescente, a pesar de la tonalidad de origen, lo cual dota de ligereza en su visualización, abriendo la mirada hacia la emoción que surge ante el paisaje sentido. Miguel Carini desliza sus trazos con sinuoso curso, plasmando con sus giros y declinaciones la modulación del relato, susurrante, poético, cuyas figuras flotan sobre el murmullo cromático organizado por el pintor. Como siempre sorprende y se supera Miguel Carini. Se presenta esta exposición en la Sala de Arte Santiago Collado, Granada, con el título “El Jardín besado por el viento”, hasta el 5 de noviembre de 2024.

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