El parqué
Álvaro Romero
Jornada de subidas
De Primera
Esta plantilla está más unida que nunca”, decía esta semana, entre otras cosas, Édgar González, que no es precisamente un jugador icónico para la afición rojiblanca. No dejan de ser curiosas y llamativas sus palabras cuando la campaña pasada, hasta la saciedad, no se cansaron de repetir una y otra vez las voces autorizadas del vestuario aquello de “somos una piña”, cuando en realidad, como muchos sospechábamos y que se encargó de desvelar el propio Rubi no hace muchas fechas, el vestuario que se encontró estaba “ultradividido”. Hasta se vio sorprendido, el bueno de Rubi, en algún que otro partido, al ver a sus jugadores que se abrazaban. ¡Cómo estaría la cosa! El caso es que prácticamente son los mismos los que siguen compartiendo el vestuario. Lo que sí que es cierto son los números de esta plantilla, la más cara de la historia de este club, con más de cincuenta millones de euros para pelear por estar esa temporada en Europa y que acabó haciendo el ridículo más espantoso que se recuerda y descendiendo de categoría, a pesar de la tan manida frase “queda mucha liga”, ajena y muy lejos de la realidad que todos veíamos desde fuera. Cinco entrenadores han pasado ya por las manos de este grupo, con cincuenta partidos de Liga a sus espaldas (38 en Primera división y 12 en Segunda) y los números son para echarse a temblar: siete victorias en cincuenta partidos. ¿Quiénes han fallado? ¿Los entrenadores, los jugadores? Esta plantilla tiene una acentuado ADN perdedor y los números están ahí. Son los únicos que siempre dicen la verdad. Por cierto, desde aquí un fortísimo abrazo a Vicente Moreno -del que se dijo que no valía y miren donde tiene a Osasuna- que lo ha pasado y está pasando muy mal con todo lo ocurrido en Massanassa, ya que tanto su gente como él son del lugar donde el agua hizo estragos.
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