Visto y Oído
Sonia
Con un par
Los caminos del Señor son inescrutables y la fuerte carga de ilógica es el concepto que hace que el fútbol sea incomprensible y escape al racionamiento. Los rojiblancos han pasado de la arcada de muchos al halago de casi todos. Toda una transformación, como la que escribió el austríaco Franz Kafka. No cabe ninguna otra explicación. El equipo y el entrenador son los mismos, pero no así los resultados. La Unión Deportiva cerró las 9 primeras jornadas con 9 puntos -2 triunfos, 3 empates y 4 derrotas-, 14 goles marcados y 18 encajados. Antes era lo más parecido a un garabato absurdo y sin sentido. Nueve jornadas después, la radiografía ha cambiado. Ha visto portería en 20 ocasiones y ha cedido menos de la mitad, 9 goles, con siete triunfos y dos empates. Es el claro ejemplo del doctor Jekyll y mister Hyde. La UDA sufría una especie de trastorno psiquiátrico. En estos cuatro meses de campeonato se ha mostrado con dos identidades diferentes. En los dos primeros no se encontraba y en los dos últimos ha hallado la salida del túnel de la negrura. Es difícil de entender y no lo es menos saber qué ha ocurrido para lograr este cambio. Solo Rubi y su equipo de trabajo son conocedores de las teclas que han movido en la plantilla. El fútbol, por su fuerte carga emocional individual y colectiva, es un deporte complicado, si acaso el que más por la enorme superficie en la que se juega. Y sólo los grandes entrenadores y jugadores son capaces de hacerlo fácil, aparentemente sencillo, incluso simple. El rendimiento de la UDA actual es el “normal y lógico”, según el ventajista análisis de muchos. Lo que ocurre es que el deseo y la realidad no siempre viajan de la mano y aún menos en Segunda, la Primera en emoción. El peligro es que el champagne se quede caliente si se pone a enfriar con demasiada antelación.
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