El día que nació una leyenda

25 de agosto 2024 - 03:10

Se han cumplido setenta y tres años de la alternativa en Las Ventas de Antonio Ordóñez, un torero de época. El jueves 28 de junio de 1951 Las Ventas se llenó hasta la bandera en la corrida a beneficio del Montepío de la Policía. En el cartel, la alternativa de un joven novillero que había cautivado a la afición madrileña con un triunfo apabullante en la Feria de San Isidro un mes antes, Antonio Ordóñez Araujo, acompañado en el cartel por las emergentes figuras del momento, Julio Aparicio y Miguel Báez “Litri”. El cartel y la ganadería suscitaron una expectación por las nubes, los toros de Galache, según las crónicas del día “no tuvieron la presentación tan escasa como se decía, ni salieron tan bravos y manejables como se esperaba”.

El hijo de Cayetano Ordóñez, “Niño de la Palma”, quien ocupó un lugar de privilegio más tarde, no fue una tarde de triunfo; al contrario, casi gris, y pasando un calvario con los aceros; mientras que el testigo de la alternativa, cuajaba una de sus mejores tardes en Madrid, con tres orejas y salida a hombros, y el padrino salió con una oreja.

Ya, desde aquel momento, coincidieron los críticos con la proyección de su personalidad como torero y un buen futuro más o menos cercano. Y no se equivocaron.

El toro de la alternativa se agotó y el sexto, de tan huido, acabó peligroso. Todos coincidieron en que el de Ronda defraudó con el estoque, y que si no hubiese sido por ese fallo, al que cerró plaza le pudo cortar algún trofeo tras una faena en al que hubo ahínco y porfía.

Los buenos augurios lanzados en la tarde gris de la alternativa se cumplieron con creces. En la temporada siguiente, Ordóñez se colocó en la cabeza del escalafón de matadores, y hasta su retirada tuvo selló de una de las figuras más importantes de la segunda mitad del siglo XX.

En la revista “El Ruedo”, su director Manuel Casanova, que firmaba las crónicas como Emece, recordaba que Corrochano dijo de Cayetano Ordóñez, a raíz de una novillada en Sevilla, “la Fiesta será lo que quieras que sea”, y dirigiéndose al toricantano, sentenció: “Tú, muchacho, serás en el toreo lo que tú mismo quieras ser, de tu decisión depende”.

Los aficionados aún recuerdan su capote brujo, la torería de sus desplantes o su toreo fundamental soñado. Llegó a hipnotizar a la intelectualidad de l época. Fue el primer matador de toro en recibir la Medalla de Oro de las Bellas Artes.

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