Desamparo

Cuando un equipo encaja 44 goles en 32 partidos las opciones de ascenso directo son escasas y las de promoción, mínimas, por más que hayas anotado 55 goles. Si encima de esos 44 goles, al menos la mitad eran evitables y son de risa, el enfado es aún mayor porque el Almería, con sus virtudes y defectos, se está cavando su propia tumba y está minando sus opciones de competir por subir. Había avisado Rubi en la previa de que no podíamos salir en Burgos como habíamos hecho en otras salidas. En el minuto 9 ya perdíamos 1-0 en la primera llegada del cuadro burgalés. Logramos empatar, tuvimos otras ocasiones, pero en la segunda llegada local vino el segundo tanto y en la tercera, el 3-1. La sensación de desamparo es brutal. Es increíble cómo este equipo haya sido capaz de lo peor, de lo mejor y de nuevo lo peor para volver majareta a la afición rojiblanca, que ya no sabe cómo responder. Unos se han desenganchado, otros se resignan, están también los indignados, y aún quedan unos pocos que hacen cábalas porque entienden que el ascenso sigue siendo posible, ignorando los alarmantes síntomas que presenta el equipo en la actualidad. Por delante quedan 10 jornadas. El ascenso directo ya está a tres partidos. La promoción, a 1 punto. Tenemos 6 partidos en casa y 4 fuera, pero la clave son los dos siguientes, Levante en casa y Granada fuera. Si seguimos con la línea actual, el ascenso directo se habrá esfumado definitivamente después de estos dos partidos y puede que el play-off se quede cogido con pinzas. Como quiera que el partido ante el Zaragoza no puede servir como referencia, ya que nuestra victoria tuvo mucho de demérito aragonés, es difícil creer que este equipo gane en casa a todo un Levante, líder con 59 puntos, y al Granada, un punto por debajo de nosotros. La afición es muy consciente de lo que hay en juego. Lamentablemente no puedo decir lo mismo de la plantilla, que se lo tiene muy creído a pesar de que su rendimiento deja más sombras que luces. Rubi, espabila ya.