Tribuna Económica
España, locomotora de Europa: ¿espejismo o realidad?
El aficionado/seguidor/hincha apasionado del fútbol es un tipo ciclotímico. Se quiera o no es un trastorno emocional. Es una forma leve del trastorno bipolar. en la cual una persona tiene oscilaciones del estado de ánimo durante un período de tiempo que van desde la depresión leve hasta euforia emocional. El fútbol es una enfermedad que guarda una estrecha relación con los resultados y la marcha del equipo favorito de cada cual. Si gana y está arriba, todo es maravilloso y de color de rosa. Si la cosa va torcida, se pierde con frecuencia y el hincha se harta a comer hortigas, con su profundo sabor amargo, el fútbol no tiene ningún sentido y es una fuente inagotable del mal humor. La UDA ha pasado de encadenar cinco partidos sin ganar, con dos empates y tres derrotas, a sumar cinco victorias de sus siete últimos compromisos, con otra igualada y un solo revés, para un balance de 16 sobre 21 puntos posibles. El arreón, con un partido pendiente, ha cambiado el pálpito y opinión del respetable. El de antes era un equipito que desatendía sus obligaciones. Y el de ahora es un ejemplo de orden y progreso. Con estos mataos no vamos a ningún lado y los defensas, más protegidos por la medular, parecen hasta mejores ahora. Rubi tiene culpa de esta transformación. El resto corre a cuenta de la paciencia y confianza del míster en los suyos y de éstos en el trabajo y en su calidad. La deconstrucción era real porque “no hay equipo” y la reconstrucción es “normal y lógica porque había que mover un par de piezas”. Pero hay que tener muchos cuidado, porque los únicos paraísos que hay en la tierra son los fiscales. Dejarse ir por la euforia sería un error y grave. El Cartagena es el colista, pero le puede meter las cabras en el corral si los rojiblancos se confían en exceso.
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