Las cosas cambiaron

16 de septiembre 2024 - 03:08

Cuando llegué a España a principios de siglo, el fútbol local contaba como siempre con dos grandes transatlánticos como Real Madrid y Barcelona, pero en aquel año el Valencia se consagró campeón, algo que de vez en cuando sucedía. Corría el año 2002 y los valencianistas repitieron en 2004. Fue la última vez en hacerlo con jugadores como Cañizares, Albelda, Pellegrino o su actual técnico actual, el Pipo Barajas, como insignia de un equipo que levantó la UEFA y la Supercopa. Desde entonces, se consumó el desastre y el club valencianista no ha sido alternativa a nada. Pongo en su haber la Copa del Rey en la que venció a un Barcelona que ya mostraba cansancio y decadencia en el juego y en las ganas en 2019. El Valencia hoy juega sus partidos más importantes contra el Levante y el Villareal, y nadie sabe quién ni cómo es gestionado, uniendo a Mestalla tras lo que se ha convertido en un grito de guerra y que dice ‘Peter vete ya’. El Sevilla tampoco es el mismo y un límite salarial muy bajo, el peor de Primera, con tan solo 2,4 millones, la nada si lo comparamos con los 152 kilos de la pasada temporada, habla a las claras de un fracaso deportivo que le ha mermado en sus ingresos, mientras por arriba, padre e hijo se disputan la dirección de un club a la deriva. Los de Nervión son el club 42 de nuestra liga, primeros por la cola, producto de no haber podido clasificar para jugar Europa, entre otras cosas. Más de 70 millones largos que no van a llegar y que lo ubican entre los clubes excedidos, junto a otros como Barcelona o Almería. Por arriba, Real Madrid, Barça y Atlético de Madrid han podido aumentar sus ingresos y marcan distancias con la clase media del fútbol vernáculo. Esta diferencia incrementa las distancias y con respecto a hace un par de décadas. A nadie se le pasa por la cabeza que ningún club le pueda discutir un campeonato a los grandes del país. Las cosas han cambiado para peor y en estas circunstancias es cada vez más difícil poder competir para la mayoría de los clubes. Nada que no se viera venir. La realidad es una sola. Somos más pobre de lo que creíamos.

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