Tribuna Económica
Carmen Pérez
El BCE cierra el año con un nuevo recorte
Tribuna Económica
La última reunión del año del BCE cumplió con las expectativas: un nuevo recorte en los tipos de interés. La duda estaba entre que fuera de un cuarto o de medio punto. Había razones contundentes para que el banco central se decantara para tomar una postura o la otra. Al final, se impuso la prudencia. Con este movimiento, la tasa de depósito, principal referencia, se sitúa en el 3%, mientras que el tipo de interés de las operaciones principales de financiación baja al 3,15%, y la tasa marginal de crédito al 3,40%. Este es el cuarto descenso consecutivo, acumulando una reducción total del 1% desde que en junio se iniciara el cambio de tendencia.
Las razones para un recorte más amplio no eran menores. En primer lugar, como el comunicado oficial destacó ayer “el proceso de desinflación está bien encaminado”. En segundo lugar, el crecimiento económico de la eurozona “está perdiendo impulso”. Los indicadores económicos muestran un deterioro significativo en los principales países manufactureros del bloque, como Alemania y Francia, agravado además por una creciente inestabilidad política. De hecho, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, reconoció en su conferencia de prensa que en la reunión previa hubo cierto debate sobre la posibilidad de un recorte más agresivo para apoyar la economía del bloque.
Sin embargo, prevaleció la cautela. Entre los motivos para actuar con moderación se encuentran el repunte de los salarios y la inflación en el sector servicios, que sigue elevada. Además, los efectos de las medidas tomadas en los últimos meses aún están desplegándose, lo que aconseja esperar antes de realizar ajustes adicionales. Por último, el BCE también querrá preservar margen de maniobra para futuras intervenciones, en caso de que lo requiera la situación económica.
De cara al futuro, el mercado anticipa una oleada de recortes en la primera mitad de 2025, que podrían situar la tasa de depósito en el 2%. Estas expectativas se reforzaron con un cambio clave en el mensaje del BCE: en lugar de insistir en mantener una política restrictiva “el tiempo que sea necesario”, el comunicado adoptó un tono más conciliador, señalando que “los efectos de la política monetaria restrictiva se irán desvaneciendo gradualmente”.
Lagarde respaldó con sus palabras estas futuras reducciones, aunque subrayó que el ritmo es incierto y que tendrán que ir evaluando reunión a reunión. En la decisión influirá la evolución de las tensiones geopolíticas, como el conflicto entre Rusia y Ucrania o la situación en Oriente Medio, que pueden impactar en la inflación por los precios de la energía; de los conflictos comerciales entre EEUU y China, que afectan a las cadenas de suministro; y de la política de aranceles que implemente Donald Trump, que incide de forma doblemente negativa: supone un riesgo inflacionario y al mismo tiempo podría deteriorar aún más la economía europea, intensamente exportadora.
Con esta última decisión, el BCE concluye un año marcado por el giro en su política monetaria, en un esfuerzo por equilibrar el enfriamiento de la inflación con el importante deterioro económico de la eurozona. 2025 promete ser igualmente desafiante.
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