Juan Aguilera

Añoranzas

Opinión

Es Viernes Santo, recuerdo aquellos días en los que muy joven me acerque con ojos ávidos a las entonces existentes hermandades, solo teníamos procesiones de la Borriquita, el Cautivo, el Nazareno y Estudiantes, mientras otras no tenían continuidad como el Silencio, Angustias o el Cristo del Amor, incluso había dificultad para la procesión del Entierro y la Soledad. Entonces se llamaban procesiones de un máximo de tres horas, que en pesados tronos eran empujados por collas de hombres en la gran mayoría que se ganaban unas pesetas, por ir llevando a estos tronos muchos de ellos realizados por artesanos y realizándose en la escuela de formación. La iluminación conformada por bombillas resguardadas por sus tulipas y pesadas baterías de camión que en su conformación era de cuatro ruedas de coches de caballos. Los arreglos de flores muy tradicionales había que ir pinchando con los denominados pinchos de acero cada uno de los claveles o rosas, sobre una maroma en el friso del trono, eran horas y horas interminables, con amplios grupos que ayudaban para que uno o dos fuesen las fuesen colocando, lo más entretenido era la realización de las jarras para los entre varales . Aquellos multitudinarios via crucis desde las claras el de Jesús de la Pobreza, en su subida al cerro de San Cristóbal en la madrugada del miércoles solo se mantiene el del Cristo de la Escucha, en el que toda las gentes se acercaban con piadosos rezos. Casi se me olvidaba que el sábado santo desde San Agustín (Padres Franciscanos) salía la imagen titular de la Hermandad del Silencio la Virgen del Consuelo, en luto riguroso sin su palio por las calles de la feligresía en un acto de piadosa muestra de Fe. En cincuenta años todo ha cambiado hemos pasado a 23 Cofradías, con 46 pasos procesionales, a estas una media superior a 5 horas, en realizar estación de penitencia a la Catedral, en que la participación vaya subiendo cada año de costaleros, nazarenos, mantillas, bandas de música, cuanto ha cambiado la religiosidad popular. Recuerdos y añoranzas de ayer, hoy tenemos un presente y futuro esperanzador en todas y cada una de nuestras hermandades siendo ellas una autentica manifestación de Fe.

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