El parqué
Avances moderados
Alfonso García Sánchez, fallecido ayer a los 89 años, fue un hombre bueno que se metió casi sin querer en un mundo poco bueno. El caso es que él quería haber sido torero, pero acabó como presidente de un club de fútbol de Primera de una ciudad acostumbrada a estar en Tercera. Había nacido en Berja el 5 de abril de 1936. Se decantó por el mundo de la construcción, siendo empresario. Y en estas que su amigo Augusto Arteaga lo llamó para ser vicepresidente de un club que acababa de ascender a Segunda. Era el año 1978. Alfonso aceptó y se embarcó en un proyecto que lo superaría. Arteaga fichó a Maguregui para el banquillo y, sin pensar en la economía de un club con 4.000 socios, fichó a César, Cendoya, Garay, Rolón, Odair… a razón de 8 ó 10 millones por barba. Cuando llegó la hora de pagar, Arteaga huyó y a Alfonso le cayó un muerto encima. Aquella temporada el club ascendió a Primera y ya teníamos en Almería un gigante con pies de barro. “Estoy asustado. Ahora mismo el club necesita una organización que no tiene, llegar a los 7 u 8 mil socios y pagar y ampliar el campo”.Tuvo la desgracia de que aquel año no hubo acuerdo televisivo y no se televisaron partidos, con lo que se perdió una buena fuente de ingresos; y el Ayuntamiento o la Diputación no les daban una peseta. Quedó solo ante el peligro. Con la Agrupación Deportiva ya en Primera pasaron hombres por su Junta Directiva que duraban meses, hasta conocer el estado de cuentas. En lo deportivo las cosas marcharon bien. Pero en lo económico… era caótico, sin más fuentes de ingresos que las taquillas. Para colmo, la segunda temporada llegó el descenso y todo vino en cascada. DEP.
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