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OPINIÓN | Luces y Razones
Almería/El señorío, entre otras cuestiones, da referencia al porte, al modo de presentarse, de conducirse en los comportamientos, las conductas y las acciones. Tienen señorío, por ello, quienes con esa dignidad se dejan ver y con esa rectitud se desenvuelven. En esta imagen acierta el fotógrafo al mostrar la soberana prestancia de una señora con señorío. La elegancia, tan confundida en su manifestación, no es solo el cuidado de la indumentaria y el arreglo del cuerpo, sino una muestra evidente del buen gusto y de la distinción. Otra cosa es, desafortunadamente, que se rechace el señorío con la predominancia de no pocos desarreglos que abominan, asimismo, de la elegancia. O que esta no se reconozca como una manifestación, casi natural, del carácter de quien hace gala de ella sin ostentación alguna. Esta señora, con los bien cumplidos años que el paso del tiempo pone en el color de su pelo, viene de comprar las domésticas provisiones de los días y las lleva en sus manos sin que alteren su elegancia, así es, natural. Y se conduce por la calle como seguro que lo hace por la vida, con un señorío asimismo inherente a su condición. Sin nadie más en la calle, se acrecienta su distinguida presencia y, si se pasara cerca de ella, un natural reconocimiento llevaría a desearle, rendidamente, buenos días.
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