Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
Llegué a Medellín el día 22 de julio del presente año en un vuelo desde Madrid en el que también viajaba la querida y risueña poeta y ministra de Cabo Verde, Vera Duarte y la poeta Eliane Vernay de Suiza. Llegamos al aeropuerto internacional José María Córdova y allí nos esperaba con una sonrisa Salomé Naranjo, encargada en la organización del Festival Internacional de Poesía de Medellín del aeropuerto y del transporte.
Llamó a un taxi y nos fuimos en él, Vera, mi padre y yo. Desde allí, casi sin darnos cuenta, entramos en la bella y vibrante Medellín, con unas montañas llenas de luces sorprendían a nuestros ojos ávidos de sorpresas. En el hotel nos esperaban los solícitos Luis Eduardo Rendón, encargado de la coordinación del encuentro entre poetas, lectores, presentadores e intérpretes para el desplazamiento a las distintas actividades y Geraldine Rendón, su esposa y asistente. Toda la información concerniente al festival sería facilitada por la bella Gloria Chvatal. Nos fuimos directamente a cenar, pues era la hora de cierre del restaurante, y allí coincidimos con Esteban Ríos, poeta binnizá (zapoteco).
Después tuvimos ocasión de saludar a Gabriel Franco, responsable administrativo y financiero y uno de los creadores, junto a Fernando Rendón, del Festival. A la mañana siguiente nos habían citado a las 10 para la rueda de prensa y una primera toma de contacto entre los poetas. Allí conocí a muchos de los asistentes, entre ellos, al Premio Guillaume Apollinaire 2020, Nimrod Bena de Chad, un ser entrañable al que dí un libro que Ismael Diadié Haidara, presidente de la Fundación Mahmud Kati, poeta historiador y fílósofo, me había dado para él; en seguida noté en él una complicidad que tendríamos durante toda mi estancia en Medellín.
También saludé a Fernando Rendón, Fundador de este Festival de Medellín y su esposa Gloria Chvatal, que llenos de alegría, me regalaron sonrisas y besos. Me senté con mi padre y Elaine en la primera fila para asistir a la rueda de prensa; y cuál fue mi sorpresa cuando Fernando Rendón me llamó a estar en la mesa. Los poetas de la mesa fuimos, entre otros, Amanda Durán de Chile, Vera Duarte de Cabo Verde, Giselle Lucía Navarro de Cuba, Esteban Ríos de México, Nimrod de Chad, Antoine Hubert de Bélgica, quién traducía todo lo que allí se decía a Nimrod. Por la tarde, un autobús nos recogería en el hall del hotel a todos para llevarnos al Cerro Nutibara, el teatro al aire libre Carlos Vieco. Allí tuvimos el placer de escuchar a los poetas Daniel Montoya de Colombia, Esteban Ríos de México, Vera Duarte de Cabo Verde, Giselle Lucía de Cuba, Hilde Susan Jaegnes de Noruega y el vigoroso Olli Heikkonen de Finlandia con su voz tan característica; después la filarmónica de Medellín nos deleitaría con música y versos.
A partir del día siguiente cada uno de los poetas asistirá a sus programaciones. Yo por mi parte, leí el domingo día 24 de julio en el municipio de Jericó, un pueblo de carácter colonial lleno de encanto, junto a las poetas Diana Carolina Gutiérrez de Colombia, Eugenia Brito de Chile y Amalia Moreno también de Colombia. Nos acompañó y presentó Lorena Zapata. Leí algunos de mis poemas recogidos en el libro Bosque.
Al día siguiente, recité en el Teatro Ateneo Porfirio Barba Jacob, junto a la poeta colombiana Yadira Rosa Vidal que hizo una lectura sorprendente, siempre dando voz a los pueblos indígenas, Kayo Chingonyi de Zambia, afincado en Inglaterra, y Betsimar Sepúlveda de Venezuela, que leyó un poema desgarrador sobre su hermana, víctima de femicidio. En esta ocasión leí poemas del libro Poemas 2006-2016 que es mi libro más próximo a la poesía de la experiencia de la cual hablé. Nos presentó Gabriel Franco, siempre con humor. El martes, 26 de julio la lectura fue en la corporación Ecosesa, junto a los poetas Kayo y Luisa Villa Merino de Colombia. Aquí leí del libro Los cantos de Layla, ante un público entregado. Nos presentó el intérprete de Kayo, Ricardo Gómez. El miércoles fue un día de descanso. Y el jueves, hice una lectura en el centro educativo MOVA, dentro del marco de la 26º Escuela de la Poesía de Medellín, compuesta por cursos, talleres, conferencias, paneles y conversaciones con el público.
El director de la Escuela de Poesía de Medellín y del Proyecto Gulliver, Jairo Guzmán, un ser encantador, fue el encargado de presentarme y llevar a cabo una serie de preguntas sobre influencias y poetas que me gustan. En esta ocasión leí del libro Bosque, encuadrado en el movimiento nature writing. Al día siguiente, viernes, fue mi conferencia en el Edificio Vázquez. Hablé de la mujer en la literatura a lo largo de los tiempos. Me presentó también el querido Jairo Guzmán. Y para finalizar esta aventura poética, el sábado día 30 de julio participé en la clausura del Festival, en el teatro Carlos Vieco, junto a poetas de tantos países, entre otros, Miguel Falquez-Certain, poeta colombiano de Barranquilla, pero afincado en Nueva York, con el que entablé una entrañable amistad, Carmen Alicia Pérez también de Colombia y ganadora como yo por convocatoria, nuestro puesto en el Festival, entre 245 poetas que se habían presentado.
Cómo no recordar al poeta Albeiro Guiral, que me buscó en la clausura para regalarme su libro, y con el que mantuve una conversación muy interesante sobre los acmeístas rusos, Anna Ajmatova y Ossip Mandelstam, entre otros.
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