El vuelo libre de Robe planea y conquista Almería en un concierto para recordar

Música

Más de 5.000 personas vibraron en el Recinto de Conciertos con más de dos horas y media de emociones con un gran repertorio

Robe durante su concierto en Almería.
Robe durante su concierto en Almería.
Redacción

28 de julio 2024 - 06:33

Mientras que otros artistas comienzan a vivir de los réditos del pasado más pronto que tarde, lo de Robe no tiene parangón en la historia reciente del rock de nuestro país. Cuando hay bandas que después de más de 30 años luchan por mantener lo que tenían, a Robe le ocurre al contrario, cada vez crece más. Si en 2022 reunía a algo más de 3.000 personas en su parada en Almería, el viernes superó las 5.000 personas entregadas a la causa en el Recinto de Conciertos del Ferial, escala de su gira Ni Santos Ni Inocentes, en un concierto que forma parte de la programación especial de verano del Área de Cultura, Tradiciones y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Almería, en este caso con producción de Crash Music y Riff Producciones.

Y ese constante ensanche del alma de henchidas emociones alcanza también al trabajo con las nuevas canciones. Aunque el nivel está siempre muy arriba pocos artistas son capaces de conseguir que los temas más recientes sean celebrados al mismo nivel que los éxitos añejos que puedan colarse en el repertorio e incluso, a veces, hasta más.

Con un sexteto acompañante que ha ido creciendo en su puesta en escena gira tras gira, Álvaro Rodríguez a los teclados y Hammond, Alber Fuentes a la batería, David Lerman al bajo y clarinete, Carlitos Pérez al violín, Woody Amores a la guitarra y Loren González en segunda voz y bajo y guitarra ocasional, Roberto Iniesta sobrevoló Almería con la magia majestuosa de un directo inagotable, dividido en dos bloques de más de una hora y veinte minutos de duración cada uno de ellos, algo habitual en la carrera del extremeño desde casi los comienzos, con un descanso central.

El primero más tranquilo, el segundo más movido. Para los pulmones de los presentes, lo mismo daba. Se canta todo con la felicidad de quien disfruta de un repertorio elegante cuando acaricia y poderoso cuando atruena.

Es Robe el primero aparecer en el escenario, andando con la sencillez de quien desempeña su oficio con compromiso y ganas. El inicio es reposado al son de Destrozares, uno de esos temas que se presentaron antes directo que de grabarse en un disco y que situó bien el tono para un primer bloque melódico y de agitación contenida.

Como esas gráciles y melódicas Adiós, Cielo Azul, Llegó La Tormenta, bien de teclas y pandereta, y Puntos Suspensivos, del último álbum Se nos lleva el aire, o la épica redención de Guerrero que se intercala entre ellas. Marcando la cadencia con el latido de un reloj llego el “tic tac, tic tac, tic tac” de Y rozar contigo, otro punto caliente del arranque.

El camino de las utopías abrió la senda de un tramo de guiños a Extremoduro, ensoñador de deseos y de deseo, como ese pequeño fragmento del Segundo Movimiento: Lo de fuera de la Ley Innata, que entronca en un epatante choque temporal y desorden lineal al sucederle el Interludio de Mayéutica, para volver a la Coda Flamenca y la Dulce introducción al caos de La Ley Innata.

El primer bloque se cerró como los dos temas habituales, los más señoriales de su último álbum, con ese El hombre pájaro precedido del sueño en ave de pico anaranjado (casualmente, como la cotorra argentina invasora que se deja escuchar por la ciudad en los últimos años) y El Poder del arte, con sus nueve minutos de belleza y filosofía vital elevada, a la que acabó rindiéndose el mismísimo Museo del Prado, realizando un vídeo promocional con la canción y despertando unanimidad entre ilustres literatos coetáneos.

Tras el descanso habitual para recargar energías, Robe y los suyos salen a morder en un segundo bloque contundente. Ya presagia la tormenta el brioso solo de batería de Alber sobre el que se incorpora el resto de la banda, primero para atacar una metálica versión del noveno movimiento de Cuadros de una exposición de Mussorgsky. Una tormentosa entrada que casa a la perfección con Haz que tiemble el suelo y la recuperación de los aires rumba-progresivos de Ininteligible.

Y, claro, todavía había que subir más en el vuelo y para ello, Robe desempolvó la caja de Agila, el disco que cambió el devenir de los acontecimientos con Extremoduro, tirando todas las puertas del silencio mediático de los primeros años, cantando un ‘So Payaso’ muy armado por toda la banda y un ‘Sucede’ siempre urgente y afilado.

Después de que la pasada gira protagonizara dos tercios del segundo bloque, resulta imposible desprenderse de Mayéutica, y es lógico viendo los efectos que provoca en el público.

El final apoteósico de un brillante concierto

El viernes, Robe tocó la selección del ‘Segundo Movimiento: mierda de filosofía’ y ‘Tercer movimiento: Un instante de luz’ y esos incontables aullidos a la luna que brilla y su indeleble “ahora, ahora es el momento”, leitmotiv sempiterno de Robe. Con un Lerman inspiradísimo en sus variaciones de bajo brilló la recreación de la odisea de Ulises en ‘Viajando por el interior’, otra descarga atronadora que separa los extremos de la lija y el terciopelo del repertorio. “¿Tenéis ganas de cantar?”, proclama Robe, antes de entrar en ese aquelarre juguetón y gamberro que es ‘Esto no está pasando’. Con todo ganado solo queda el apoteosis y Robe juega con ello en el antepenúltimo tema del concierto con algún himno popular de Extremoduro. El viernes solo con los primeros acordes del riff de ‘La vereda de la puerta de atrás’ el público ya estaba saltando. El single más exitoso de Se nos lleva el aire, ‘Nada que perder’, acercaba un glorioso final que llegó, como era esperado y, quizá, necesario, con ese himno a la hermandad que es ‘Ama, ama, ama y ensancha el alma’, canción a partir del poema que escribió Manolillo Chinato. 

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