Un volumen de 1000 páginas reúne las 17 obras de teatro que escribió Gómez Arcos

Letras

Editorial Cabaret Voltaire edita esta obra del escritor nacido en Enix

Agustín Gómez Arcos nació en Enix, pero en 1966 se exilió viviendo en Londres y finalmente en París.
Agustín Gómez Arcos nació en Enix, pero en 1966 se exilió viviendo en Londres y finalmente en París.
Diego Martínez

22 de septiembre 2024 - 20:06

Tras el éxito obtenido por las novelas de Agustín Gómez Arcos, Editorial Cabaret Voltaire acaba de publicar ahora su dramaturgia, reunida por primera vez en un solo volumen. Dos años de ambicioso y cuidado trabajo editorial han permitido que vea la luz un total de diecisiete obras, en su gran mayoría inéditas, que se encontraban hasta ahora dispersas en distintos archivos personales e institucionales.

Mil páginas de piezas desafiantes y revolucionarias que acabaron prohibidas por la censura y obligaron a su autor al exilio. En ellas ya se prefiguran algunos de los temas, tramas y personajes que más tarde caracterizarán también su narrativa, así como una destreza que él mismo consideraría crucial en su escritura: el dominio de los diálogos.

Fue a mediados de los 50, en su época universitaria en Barcelona, cuando Agustín Gómez Arcos descubre su pasión por el teatro, género al que se dedicará por entero, abandonando la poesía, tanto en su etapa madrileña como en los primeros años de exilio. Su primera pieza estrenada fue Elecciones generales, en 1960. Dos años más tarde ganó el Premio Lope de Vega con Diálogos de la herejía, un drama en el que la Inquisición sirve como metáfora para aludir a la situación política del momento. El premio le fue retirado, y se prohibió su representación. No iba a ser la última vez que sus obras enfrentasen la censura: más bien se convirtió en una constante.

A pesar de ello, consiguió estrenar en teatros madrileños como el Reina Victoria o el Marquina, y con actores y actrices de la talla de Gemma Cuervo, María Luisa Ponte, Alicia Hermida, Terele Pávez, Alfredo Landa, Luchy Soto, entre otros.

Pero ante las dificultades de escribir en libertad y los continuos desencuentros, Gómez Arcos se vio abocado al exilio en 1966: “Decidí que no tenía nada que hacer en este país”, explicaría años más tarde en una entrevista. Vivió primero en Londres, y más tarde en París, a donde llegó en 1968, encontrándose una sociedad efervescente en lo político, lo sexual y lo artístico.

Comenzó a trabajar en un café-teatro del Barrio Latino, para el que escribió dos piezas breves. Continuó escribiendo teatro hasta 1972. “Abandoné este género el día en que me di cuenta de que había dejado de ser un arte de la palabra viva, un arte combativo, conflictivo, para convertirse en una estética. La estética me horroriza; es el grado cero del arte”. En adelante, se dedicaría por entero a la narrativa.

En su teatro se pueden distinguir dos etapas. La primera, aún en España, se caracteriza por sus ecos de picaresca, esperpento y voces lorquianas. En la segunda, ya en Francia, se acerca al teatro del absurdo y al surrealismo. Su escritura es una intersección entre tradiciones, que aúna transgresión y lirismo. La alegoría le sirve de recurso para reflejar la sociedad del momento, pero también trascenderla en un revelador análisis atemporal de los mecanismos del poder y su contrapunto: figuras disidentes que señalan las fisuras y rompen los tabúes para vivir de acuerdo a sus propias reglas.

Desde su exilio en 1966, sus obras no volvieron a representarse en un escenario español hasta 1991, cuando por iniciativa del Centro Dramático Nacional comenzaron a recuperarse. Se pondrán en escena tres de ellas, en el teatro María Guerrero (Los gatos y Queridos míos, es preciso contaros ciertas cosas) y en la Sala Olimpia (Interview de Mrs. Muerta Smith por sus fantasmas), todas ellas bajo la dirección de Carme Portaceli.

En la edición de este volumen se han ordenado las piezas teatrales cronológicamente, respetando el año de escritura, independientemente de la revisión, reescritura o reestructuración posterior, para dejar al lector o lectora la decisión de en qué orden aproximarse a ellas.

Elecciones generales es la primera obra teatral que se representó en los escenarios, en 1960. Con el subtítulo de Farsa política disparatada, esta pieza basada en Las almas muertas de Gógol traslada su trama al ambiente rural español. A un pueblo hasta entonces ajeno a la política, llega un diputado dispuesto a comprar las almas de los muertos para construir un pasado para su partido. La compraventa comienza, y con ella las disputas y traiciones.

En Balada matrimonial aparece un tema clave en la dramaturgia de Agustín Gómez Arcos como son las relaciones sentimentales. Irreverente en tema y lenguaje, la obra presenta a un matrimonio inmerso en un doble adulterio. Los encuentros del marido y de la esposa con sus respectivos amantes ponen de manifiesto la hipocresía de la sociedad burguesa, con unos modos de vida que califica de ‘muertos’.

Diálogos de la herejía es la obra por la que se concedió a Agustín Gómez Arcos el Premio Nacional Lope de Vega en 1962 -que luego se le retiró, llevándole al exilio- parte de un suceso real ocurrido durante el siglo XVII en la villa extremeña de Llerena.

Tras la partida de la mayoría de los hombres a las Indias, el pueblo está habitado mayoritariamente por mujeres, que siguen sujetas sin embargo a una fuerte represión moral y sexual. Allí llegan un día dos curiosos personajes, el Peregrino y la Madre Asunta, un iluminado y una celestina que revolucionarán la vida del lugar.

Los gatos, una obra que fascinó en el teatro, trata de la intolerancia y está plagada de humor negro, decía Agustín Gómez Arcos de esta obra estrenada en 1965 en el Teatro Marquina de Madrid. Se trata de una tragicomedia que emplea el esperpento para satirizar sobre las costumbres de los estratos más rancios de la sociedad española.

Lo hace a través de los personajes de Ángela y Pura, dos hermanas solteras obsesionadas con la religión, que esconden tras sus rezos -y junto a los gatos a los que cuidan y alimentan- una profunda oscuridad que se revela cuando aparece en sus vidas su sobrina Inés.

Mil y un mesías es una obra que ejemplifica uno de los temas más recurrentes en el teatro de este autor, que es el cuestionamiento del ejercicio del poder. La figura de un salvador que parece llegar para derrocar al autoritarismo y acaba por reproducirlo es representativa de una de las características fundamentales de la escritura de Gómez Arcos: su crítica no se ciñe a una posición ideológica o de partido, sino que la dirige con firmeza contra toda actitud que considera un abuso o una incoherencia, la ejerza quien la ejerza.

El tema central de Queridos míos, es preciso contaros ciertas cosas era la búsqueda de la verdad. Un concepto que se personifica en la niña Casandra, un personaje inocente y visionario que se va encontrando, en distintos lugares y épocas, con antagonistas que tratan de forzarla a que les diga lo que quieren oír. Y, si no, la condenan al silencio, como representantes de un orden que restringe la libertad y el derecho a la palabra. Escrita en 1966, la censura tampoco permitió su representación, en una involuntaria confirmación de su propio argumento.

Prepapá se enmarca en el teatro del absurdo, esta es una de las últimas obras de Agustín Gómez Arcos antes de dedicarse por entero a la narrativa. Se estrenó en el café-teatro L’Odéon de París en el año 1969.

El argumento parte de una escena surrealista: en la sala de espera de un consultorio médico, una pareja aguarda a ser atendida, preocupada por los síntomas que padece el marido, que parece estar embarazado. Las personas presentes ofrecen su opinión, poniendo de manifiesto los prejuicios que estructuran nuestra sociedad.

Interview de mrs. muerta smith por sus fantasmas fue la primera que Carme Portaceli recuperó para el Centro Dramático Nacional. Estrenada en la sala Olimpia de Madrid en 1991, había sido representada ya en sus versiones en inglés y francés en distintos países. En ella, Mrs. Muerta, el cadáver de una vieja dama americana resucitado, surca en su nave espacial los confines del Universo a la búsqueda del significado de Dios.

La acompañan dos fieles compañeros: Bobby, su perro que habla, y Doble Nick, blanco y negro, su gigoló criogenizado. Un argumento donde lo sagrado se entremezcla con lo escatológico y los iconos de la iglesia católica.

Nacido en Enix

Agustín Gómez Arcos (Enix, 1933-París, 1998) nace en el seno de una familia republicana. A los veinte años, tras haber finalizado su bachillerato en Almería, se desplaza a Barcelona para estudiar Derecho, pero pronto descubre que su vocación es la literatura. A mediados de los años 50 se traslada a Madrid, donde trabaja como actor, director de escena y traductor. Su labor de dramaturgo es merecedora, en dos ocasiones, del Premio Nacional Lope de Vega, pero la censura prohíbe la representación de sus obras.

Acosado por la dictadura, decide exiliarse: primero en Londres; luego, definitivamente, en París, donde se instala en 1968. A partir de 1972 se dedica al género narrativo. Gómez Arcos murió tras haber publicado catorce novelas en francés y haber sido galardonado con numerosos premios literarios y condecorado con la Orden de las Artes y las Letras francesas con grado de caballero (1985) y de oficial (1995). Su obra forma parte del programa educativo de los liceos franceses y ha sido traducida a catorce lenguas. Murió, en suma, como un escritor prestigioso y, como tal, fue enterrado en el cementerio de Montmartre de París, en una tumba en cuya lápida se puede leer: ‘Un hombre libre’.

“Su obra fue osada y comprometida y, desgraciadamente, recuperada luego con considerable retraso. Ha sido víctima de una injusticia”, decía Francisco Nieva, dramaturgo. “Gómez Arcos no fue un escritor maldito, sino un autor tremendamente incómodo. Profundamente libre” decía María Valderrama, comisaria de la exposición sobre su figura en el Instituto Cervantes de París. “Un autor llamado ‘hereje’ por su extraordinaria personalidad”, afirmaba Arcadio Baquero, periodista y crítico teatral.

stats