Los Sorroche: Abuelo y nieta viven con fuerza su pasión por el flamenco
Flamenco
María Sorroche con 22 años acude siempre que puede a la casa del gran cantaor José Sorroche con 82 años en el campo de Tabernas para cantar juntos

José Sorroche, uno de los más grandes cantaores que ha dado Almería, vive tranquilo en una casa en el campo de Tabernas. Rodeado de recuerdos y muchas fotografías de una carrera fascinante en el mundo del flamenco, Sorroche con 82 años recibe cada fin de semana la visita de su nieta María Sorroche, que con 22 años tiene talento, poderío y ganas de hacer algo grande con su cante. Los dos, abuelo y nieta pasan horas y horas cantando.
“La verdad que aquí en Tabernas se está tranquilo” apunta el cantaor que está acompañado por su gata Tana. Hace un tiempo se presentó una biografía del cantaor y recientemente se ha editado un doble disco con una serie de cantes. “Este disco está muy bien como testimonio”.
Sorroche está en un momento pletórico gracias a las redes sociales. “María me mete en las redes y está armando un lío porque pone lo que cantamos aquí en casa. Así que estamos de moda”. Pero ilusiones no faltan. De hecho, han llamado a Sorroche para la Bienal de Flamenco de Sevilla del año próximo. “Me tenían que haber llamado cuando tenía menos años. Ahora hay un proyecto de llevar un cantaor mayor de cada provincia para hacer un día con nosotros. Yo les he dicho que sí. Así que espero estar bien de salud para el año que viene”.
María Sorroche pasa horas y horas con su abuelo. “Siempre de chiquitilla me había gustado, pero cantaba canciones, pero no le había dado importancia. Y a los doce años me metió mi madre en El Morato a cantar con Anabel Castillo de Córdoba y con el Niño de las Cuevas ,y empecé a aprender por Alegrías, pero no le di más importancia. Luego pues seguía escuchando a mi abuelo, en las reuniones que hacíamos aquí, me gustaba, pero no le dedicaba tiempo”.
“Cuando terminé el bachillerato, mi padre me dijo que hiciera una Ingeniería pero me di cuenta que a mí lo que me gustaba era el flamenco. Me dijeron que el flamenco lo tuviera como un hobby, pero es que yo me quería dedicar y quería estudiarlo” apunta María.
La joven se fue a Cartagena donde estuvo dos años en una Academia y luego a Sevilla a la Fundación Cristina Heeren. “Ahora estoy haciendo la carrera, estoy haciendo el Superior en Murcia” apunta la joven cantaora, al tiempo que el abuelo José Sorroche lo tiene claro. “Tiene mucha afición, y eso para el flamenco es indispensable. Yo creo que lo va a conseguir. Tiene facultades y tiene la fortuna de tener todas las grabaciones de cante de cantaores antiguos, cosa que no teníamos nosotros”.
“Lo bueno de antes es que teníamos que buscar el cante. Si queríamos aprender en Málaga, teníamos que ir a Málaga. Yo me iba todos los fines de semana a Málaga. Me metía en la peña flamenca y escuchaba a todos los mayores” recuerda Sorroche.
Sorroche cuando echa la vista atrás evoca muchos recuerdos en la música. “Yo tenía un conjunto que se llamaba Los Cinco del Sur, y cantábamos con Paco Urrutia, y hacíamos de todo. Y en 1956, cuando Fosforito ganó en Córdoba todos los premios, ahí empecé yo a escuchar ya otra cosa. Fosforito fue una revolución”.
María Sorroche se tira muchas horas escuchando a grades artistas del flamenco, ya que es su pasión. “A mí me gustan mucho La Perla de Cádiz, La Paquera de Jerez, Terremoto y Mairena. Antes me agobiaba mucho lo del tema de la personalidad, porque no me veía que tuviera personalidad, pero ya no me agobia ese tema porque creo que todo radica en que hay que transmitir”.
Los fines de semana suena flamenco en la casa de Sorroche. “Vengo los fines de semana. Cuando tengo vacaciones sí que me suelo tirar más tiempo. Me siento aquí muy cómoda. Descanso bien, aquí hay mucha paz. Estamos hasta las 4 de la mañana, muchas veces, cantando”.
María Sorroche ha sido una gran estudiante. “Sacaba muy buenas notas en matemáticas. Pero dedicarte tu santa vida a hacer números no me gustaba, siempre me ha gustado mucho más el arte. Entonces yo de primeras estuve un año en la universidad y en realidad sabía que quería meterme en la carrera de cante, sabía que quería cantar”.
“Mi propósito en la vida es transmitir amor y hacerlo a través de la música. Yo sería feliz con transmitir ese amor por la música, que mis letras hablen de algo bonito, que no hablen de negatividad” sostiene.
María siente admiración por algunos cantaores locales que le ayudan mucho. “Hay un cantaor que es de aquí de Almería que a mí me está tratando muy bien. Es Cristo Heredia”. “El otro día estaba aquí en casa y le dije a mi abuela que le había escrito un tema por bulerías. Se lo canté. Y lo voy a grabar con mi abuelo”. Abuelo y nieta viven de forma apasionada por el flamenco.
El amor puro de unos abuelos con su nieta
María Sorroche ha encontrado en sus abuelos, José Sorroche y Carmela Expósito a sus mejores amigos. “Los quiero tanto como si fueran mis mejores amigos, les cuento todo a ellos. Parece increíble que haya tanta complicidad entre generaciones tan distintas, no hay que olvidar que mi abuelo tiene 82 años y yo tengo 22, pero aun así, es un amor puro, auténtico y de verdad, de corazón”. María aprende de su abuelo y disfruta de lo que cuenta la voz de la experiencia, y José se siente a veces un joven cuando canta con su nieta. María además es todo corazón y siempre tiene palabras de agradecimiento para sus abuelos. “Lo que yo soy y lo que yo quiero ser es transmitirlo con la música y eso a mí me lo han enseñado mis abuelos y gracias a ellos ya sé que he venido a la vida con un propósito. Hacer música”, sostiene esta joven que además en la última Semana Santa se estrenó cantando saetas, sorprendiendo a todos.
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