El pesimista iluminado

Iluminaciones | Crítica

El periodista Pedro G. Cuartango ofrece una personal guía por el pensamiento y la cultura en plena hora de la estupidez

Un par de pájaros subidos a las ramas

Pedro G. Cuartango.
Pedro G. Cuartango.

La ficha

Iluminaciones. Pedro G. Cuartango. Círculo de Tiza. 416 páginas. 22 euros

Dice Javier Gomá que Pedro G. Cuartango (Miranda de Ebro, 1956) tiene la rara habilidad de combinar la actualidad periodística con la inactualidad de la sabiduría. Habitante del mundo frenético de los medios (entre otros Diario 16, El Sol, El Mundo y ABC), el periodista racial e indesmayable convive, pues, con el librepensador, siempre atento a los intersticios, por donde se cuelan, cual haces de luz, la belleza y la lentitud que iluminan esa otra arquivolta de lo invisible. Tenemos, pues, la realidad al uso, grotescamente noticiosa y presa del clickbait. Pero hay otra realidad, que aparece como de través, vitrificada y sensible, y que se descifra por entre el silencio de los libros y la experiencia estética. La percibimos al leer las grandes obras universales y lo hacemos de la única manera que nos es posible, de forma improductiva, sólo apreciando la utilidad de lo inútil (Nuccio Ordine).

He aquí, pues, esta hilera de ensayos, reunidos genéricamente como Iluminaciones y agrupados por fosfones añadidos (Revelaciones, Descubrimientos, Epifanías). Leerlos es como abrir el mundo de la puerta de atrás, tan propio de un autor duplicado, cual notario de la actualidad y como pensador, como quedó dicho, de lo inactual y probablemente ineficiente. El arte, la música, el cine y la lectura están presentes en esta personal gavilla testamentaria. Se aprecia el otro marchamo, ajeno a los perversos grumos de hoy (inmediatez, bulimia informativa, disgregación y mucha estupidez gregaria). Dice el autor que la lectura ha muerto, al menos como experiencia de la abstracción, el recogimiento y la soledad. Suena sombrío. Pero es la forma de vindicar la felicidad de estar triste o, por lo menos, de aceptar la calma de quien otea ya el ocaso.

La compañía de Montaigne. Heidegger y Sartre. Los clásicos rusos. La floración proustiana. La honestidad de Albert Camus. La vuelta al inicio con Homero y la primera frase (“Canta, Musa, al hombre que dio muchas vueltas”). Largo es el camino que se hace corto. Dice la máxima machadiana que todo necio confunde valor y precio. El placer estético (una película de Rohmer, una canción de Charles Trenet) no se compra con dinero. “La emoción de escuchar a Bach es una cuestión de sensibilidad, no de fortuna”, dice Cuartango. Iluminaciones en verdad nos ilumina.

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