Manuel Vida: “Quedé impactado al ver las obras de Fortuny por primera vez”

Arte

El próximo jueves se inaugura en el MUREC la muestra ‘Fortuny en la Colección Vida Muñoz’

Manuel Vida posee junto a Carmen Muñoz una de las mayores colecciones de obras de Fortuny.
Manuel Vida posee junto a Carmen Muñoz una de las mayores colecciones de obras de Fortuny.

Fl próximo jueves, 27 de marzo se inaugura en el Museo del Realismo Español Contemporáneo de Almería (MUREC) la exposición Fortuny en la Colección Vida Muñoz. Durante dos meses y medio se podrá contemplar la obra de este genial pintor del siglo XIX y también de otros artistas de esa época. Manuel Vida, aparte de cardiólogo y actual gerente del Hospital Torrecárdenas es un gran amante de la obra de Fortuny junto a Carmen Muñoz.

Vida lleva tres décadas coleccionando arte, aunque los últimos 20 años se ha centrado especialmente en la obra de Fortuny. Recuerda como surgió su admiración por Fortuny y desde ese momento decidió adquirir obra del pintor de Reus. “Fue una muestra antológica de la obra de Fortuny, que se expuso en el Museo Nacional d´Art de Catalunya entre 2003 y 2004. Estuve en un congreso de Cardiología en dicha ciudad, y tuve la oportunidad de visitar esa exposición. Quedé impactado al ver las obras de Fortuny por primera vez”.

Aquella exposición marcó a Manuel Vida. “Aquella gran muestra con más de 130 obras de múltiples museos y colecciones privadas contaba con un catálogo que estudié en profundidad. Ese fue el desencadenante de todo y punto de partida de la colección”, apunta.

También recuerda Manuel Vida cual fue la primera adquisición que hizo de obra de Fortuny. “La primera obra la compré en junio de 2004 titulada Rue de Granatello a Portici, en la sala de subastas de Christie´s en París. Así comenzaba la colección Vida Muñoz, que tantas satisfacciones nos está dando”.

“Luego adquirimos una de las últimas obras que Fortuny pintó, si no la última, en Pórtici, cerca de Nápoles donde pasó sus vacaciones estivales de 1874, poco antes de morir”. En este sentido, en el MUREC se contará con una exposición donde se cuentan detalles de muchas de las obras de Fortuny, profundizando en un pintor que a pesar de morir tan joven fue una gran figura del arte del siglo XIX.

Esta gran exposición se complementa con otras obras de colecciones y de museos relevantes y pintores coetáneos que el comisario Francisco Javier Pérez Rojas ha seleccionado en colaboración con Francisco Copado Carralero, Conservador Jefe del MUREC.

La colección Vida Muñoz tiene una especial relevancia puesto que abarca obras desde el siglo XVII hasta la actualidad, con especial énfasis en autores del siglo XIX. “El apartado dedicado a Fortuny es el núcleo fundamental de la misma y está constituido en el momento actual por más de un centenar de obras” comenta Manuel Vida.

En este sentido, Javier Barón, conservador Jefe del siglo XIX del Museo del Prado apunta que “se ha conseguido reunir una parte sustancial de la creación de Fortuny, hasta el punto de constituir la colección privada más importante del mundo”.

Manuel Vida muestra su amor al arte. “Hay ciertas circunstancias que dan sentido a la colección como el amor al arte y al coleccionismo, tan escaso en nuestro país. Como Cardiólogo Intervencionista dedicado a la Investigación Científica durante décadas, por deformación profesional me ha llevado a investigar e indagar en la historia de las obras de este autor, y a descubrir hallazgos interesantes. Las particulares circunstancias que rodearon la vida y obra de Fortuny, con su prematuro fallecimiento, hace que estos hallazgos sean abundantes”.

Manuel Vida y Carmen Muñoz han devuelto a la actualidad a Fortuny, un pintor fundamental durante años muy olvidado. “El hecho de ser un artista prácticamente olvidado tras un rotundo éxito internacional y en una etapa de la historia del arte tan impactante como es el nacimiento del Impresionismo que lo eclipsó todo, 1874, ha propiciado descubrir del pasado cuestiones olvidadas en el presente, o aun no reconocidas, y que son estimulantes rememorar y redescubrir”. Tal es así que Vida tiene claro que “estamos ante uno de los más grandes de todos los tiempos. Fortuny siempre ha merecido el puesto que tuvo en vida, que fue de máximo reconocimiento internacional, de fervoroso interés por los más poderosos e importantes coleccionistas del mundo”.

Esta colección está muy vida. “Se mantiene viva la investigación sobre las obras que componen la colección, de las que aún desconocemos muchos aspectos, pero por otra parte no se siguen incorporando nuevas obras a la misma” apunta Manuel Vida.

“Fortuny es el artista español con más proyección internacional del siglo XIX. Su éxito le llevó a que, ya en vida del mismo, se pagaran cantidades desorbitadas de dinero por sus obras. Los más importantes coleccionistas y marchantes de la época ansiaban tener alguno de sus cuadros, convirtiéndolo en el más cotizado del momento” explica Manuel Vida, que posee junto a Carmen Muñoz, una de las colecciones más importante del mundo.

Una figura clave de la pintura del siglo XIX que falleció muy joven

Mariano Fortuny perteneciente a una familia de tradición artesanal, muestra desde joven predisposición para la pintura. Gracias a una pequeña ayuda económica de dos eclesiásticos de Reus, en 1850 se trasladan a Barcelona con cartas de presentación para el escultor Domingo Talarn. En el año 1858 se traslada a Roma gracias a una beca de ampliación de estudios y asiste a la Academia Chigi. Allí se relaciona con otros pensionados españoles y frecuenta las tertulias del Café Greco. La Diputación de Barcelona le propone viajar a Marruecos para pintar los encuentros bélicos que allí estaban teniendo lugar, lo que dará un giro total a su trayec­toria. De vuelta a Barcelona se le ofrece la posibilidad de viajar por Europa para visitar varios museos. En París conoce al pintor Martín Rico, con el que comenzará una duradera amistad, y también a Zamacois. De nuevo en Roma, comienza a pintar el cuadro de La batalla de Tetuán y asiste a clases de la Academia de Bellas Artes de Francia en la Villa Médicis. En mayo de 1874, decidido a romper su compromiso con Goupil, viaja a París y se aloja en casa de su cuñado Raimundo de Madrazo. De regreso a Roma decide pasar el verano en Nápoles y alquila una casa en Portici. En otoño, cuando se encontraba trabajando en Roma, se le diagnostica una úlcera de estómago que se agrava y le causa la muerte por hemorragia el día 21 de noviembre de 1874.

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