Leyre Apellániz, la joven artista viajera que plasma Cabo de Gata en sus lienzos

Reportaje

Esta aventurera, nacida en Bilbao, que vive en Aguadulce tiene como pasión viajar, pintar y dibujar

Leyre Apellániz en su estudio de Aguadulce junto a una de sus obras. / Diego Martínez
Diego Martínez

28 de julio 2024 - 06:20

La joven Leyre Apellániz es una enamorada del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar. De hecho lleva un tiempo que pinta en acrílico distintos rincones de ese espacio protegido que le da la vida. Nacida en Bilbao, hija de un otorrinolaringólogo y de una matrona, lleva viviendo en Aguadulce desde prácticamente su nacimiento.

“Mis padres vinieron desde Bilbao, ya que son de allí, a Almería por motivos de trabajo. A mi padre le dieron plaza aquí en Almería y de hecho el proyecto de vida de mis padres era en Bilbao, pero de repente el tiempo que mi padre estuvo aquí, llega luego mi madre también aquí y se enamora del Parque Natural. “Se quedan fascinados con la Feria, aprenden a bailar flamenco, empiezan a tocar la guitarra. También montan a caballo en Retamar. En ese momento que piensan volver a Bilbao deciden quedarse en Almería”, rememora esta artista, que a sus 29 años vive de forma muy intensa la vida.

“Mis padres se quedaron enganchados por lo virgen que era el lugar, lo solitario, lo salvaje y a eso hay que sumar el clima. Las tradiciones le parecían muy divertidas y además no llovía nunca, porque en Bilbao llueve muchísimo. Todo eso hizo que se enamoraran de esta provincia”, dice Apellániz.

Aunque los padres vivían en Almería, Leyre y sus hermanos Miriam y Mikel nacieron en Bilbao. “Aunque me he criado toda mi vida en esta tierra, todos los veranos iba a veranear al norte. Ahora ya no voy porque he estado recorriendo el mundo. En septiembre me gustaría volver a mi tierra de nacimiento, a Bilbao”.

Leyre Apellániz estudió en el Colegio Arco Iris y luego se marchó a estudiar al IES Aguadulce. “Era una pésima estudiante, no estudiaba nada”, recuerda la joven. “Siempre quise ser pintora, hasta que fui adolescente y probé el teatro y quise ser actriz. Con 13 años me subí al escenario en la Escuela de Música, Teatro y Danza de Roquetas. Yo ya tocaba el piano allí con mi profesora Desirée Manzano, una gran persona con la que estuve mucho tiempo. Parte de mi carácter se lo debo a ella. Me encantaba su forma de ser conmigo”.

El teatro era su pasión y tuvo como profesor a Francisco Caparrós en la Escuela Municipal de Roquetas de Mar. Esa oportunidad de participar en una obra donde hacía de abogada que al final moría le inocula el gusanillo por la interpretación. “De jovencita tenía muchos problemas y era muy bicho. La adolescencia fue muy dura”.

Tras dejar el teatro, donde se sintió muy bien, Leyre Apellániz estudia en la Escuela de Arte de Almería. Su pasión por la creatividad y las artes era continua. “Hice el bachillerato en esa Escuela. Mi duda era ser actriz o ser pintora. Me quedé en Almería e hice Magisterio. Mientras estudio la carrera vuelvo a trabajar mucho en teatro y participo en los talleres del Aula de Teatro de la UAL. Una gran experiencia”.

Luego se marcha a Málaga a estudiar Arte Dramático. La vida de Leyre Apellániz era intensa y decide irse a Madrid a estudiar al Laboratorio de William Layton. “Me encantaron mucho los profesores. Pero yo quería disfrutar del teatro, no ser una actriz traumada”. El Covid llega a España y trunca el camino de Leyre Apellániz puesto que todo el país se paraliza.

“Odié la mascarilla y por mi mente solo pasaba marcharme de España. Lo pasé muy mal en esa etapa que me pilló en Madrid y empecé a ir a terapia. En esos momentos cogía a mi perra Queen y me venía al Cabo, y dormía e incluso allí. Necesitaba estar en el Cabo de Gata, era mi terapia. Yo quería volver a ser la joven que había sido y ante tanta desmotivación, me fui a Holanda, trabajé una empresa de Logística. Y después del verano volví con la intención de comprarme una furgoneta e irme a Suiza, pero tuve un accidente de coche, que no pasó nada. El accidente me provocó luego unos vértigos y aproveché entonces para ponerme a pintar, algo que tenía bastante abandonado”.

Leyre Apellániz está ahora centrada en pintar en acrílico. / Diego Martínez

Leyre Apellániz es una gran pintora y excelente dibujante. “Con el vértigo estaba harta de ver televisión y no poder moverme de la silla. Pinté la zona de los Genoveses y todos quedaron maravillados. Pintar siempre fue mi vía de escape. No me gusta que me vean pintar, porque son mis momentos. No es lo mismo mostrar el resultado que mostrar el progreso”.

El acrílico

“Ahora puedo decir que soy pintora. En tres años soy consciente de la evolución de mi pintura. Actualmente trabajo en acrílico, ya que necesito mucho tiempo y da la oportunidad de si te equivocas lo puedes cambiar. Hice antes mucha acuarela, pero me molesta que nadie hace acrílico. Ahora parece que está muy de moda la acuarela, pero me quedo con el acrílico” explica.

El espíritu viajero de Leyre le llevó hace menos de un año a Asia. “Hace tres meses volví y estuve seis meses viajando por Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia, Singapur, Indonesia, Taiwan, Filipinas y Japón. Iba con una mochila y me sentí muy segura. La gente es muy respetuosa y cuando se cruzan contigo siempre te sonríen”. En Irlanda también ha vivido año y medio donde ha estado trabajando como tripulante de cabina. Allí hace mucho frío y el choque cultural es enorme”.

En cuanto al futuro, Leyre Apellániz tiene claro que estará un año más en Almería dedicándose a la pintura. “Luego salir de aquí, tengo que seguir explorando y seguir encontrándome. Probablemente me vaya a Madrid para probar la interpretación. Quiero luchar por ser actriz”. Leyre es un alma inquieta, pero no se conforma tan fácil. “No quiero pasarme toda la vida con la espina de no haber hecho lo que me apasiona”, sostiene, al tiempo que “Las cosas hay que intentarlas, que nunca quede ninguna duda”.

Es una persona hiperactiva, y aunque ama la lectura, “no puedo hacer una lectura rápida, y tengo que ir subrayando”, explica. También tiene su faceta de escritora porque como dramaturga tiene en mente escribir su primera obra. “En el móvil tengo desde que era una niña muchos textos, donde muestro lo que siento y lo que quiero expresar”. Apellániz en cuestión de gastronomía asegura que le apasionan las croquetas.

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