Julia Navarro: “La novela es de quien la lee y por lo tanto cada cual saca sus conclusiones”

Literatura

La autora presenta su última novela ‘El niño que perdió la guerra’ a las 19 horas en el salón de actos de la Escuela Municipal de Música y Artes en el ciclo ‘Diario de los Libros’

Julia Navarro con un ejemplar de su libro ‘El niño que perdió la guerra’.
Julia Navarro con un ejemplar de su libro ‘El niño que perdió la guerra’. / Miguel Ángel González

La autora presenta su última novela El niño que perdió la guerra a las 19 horas en el salón de actos de la Escuela Municipal de Música y Artes (EMMA) en el ciclo Diario de los Libros que organiza Diario de Almería. Será presentada por Antonio Lao, director de Diario de Almería y María del Mar Ruiz, vicerrectora de Cultura y Sociedad de la Universidad de Almería.

-Todo el mundo considera que ha escrito una novela histórica, pero parece que no es así.

-Yo no escribo novelas históricas, yo escribo novelas de personajes. Mi afán no es contar la historia, sino a mí me interesa la condición humana y yo lo que hago a través de mis novelas es bucear en la condición humana, es viajar a esos claroscuros que todos tenemos. Mis novelas transcurren en el siglo XX o principio del siglo XXI, entonces no me parece que se puedan catalogar como novelas históricas.

-Queda claro porque hay mucho lector que pensaba que había escrito una novela histórica.

-Es verdad que yo cuido mucho el escenario donde transcurre la acción de la novela, porque todos somos hijos del tiempo en el que nos toca vivir y por tanto no es lo mismo haber vivido en 1920 que en 1980. Tampoco es lo mismo haber nacido en 1980 que haber nacido en 2010. Situar a mis personajes en el siglo XX puede dar lugar a que muchos piensen que eso es una novela histórica, pero mi afán no es contar lo sucedido en ese siglo, sino contar lo que les ha sucedido a mis personajes durante ese siglo.

-¿Cómo surge la idea de escribir esta historia tan interesante de este niño Pablo, en un momento que está la Guerra Civil prácticamente acabando y lo mandan forzosamente a Rusia?

-Bueno, durante la Guerra Civil española hubo muchas familias que quisieron librar a sus hijos de los estragos de la guerra. Entonces se organizaron un convoy de niños que enviaron a distintos países como Francia, Reino Unido, Bélgica y también a la Unión Soviética.

-¿Qué es lo que intentaban los padres de esos niños durante la Guerra Civil?

-Pues algo tan simple como que sus hijos no sufrieran el horror de la guerra. No es que sus padres fueran unos desalmados, es decir, nos quitamos de encima a los niños. Pues no. Significaba que buscaban que sus hijos no sufrieran.

-¿Qué pasó con los niños que fueron a la Unión Soviética?

-Que se quedaron sin billete de vuelta, porque al ganar Franco la guerra, eso significó que no había relaciones con la Unión Soviética y por tanto esos niños se tuvieron que quedar allí.

-¿El escenario es un personaje más de la novela?

-El escenario es imprescindible para entender lo que hacen los personajes, porque no se puede entender lo que hacen los personajes si no es dentro de un contexto. Yo establezco un paralelismo entre dos sistemas totalitarios, el franquismo por un lado y el comunismo resultante de la Revolución Bolchevique por otro. Estos dos regímenes se parecen en que han cercenado la libertad de los ciudadanos, en que han establecido la censura, en el que la libertad es absolutamente machacada, es decir, la ausencia absoluta de libertad, tanto en un régimen como en otro.

-¿Cual es el objetivo de ese paralelismo?

-Quiero invitar a los lectores a que reflexionen en cómo se parecen los regímenes totalitarios, los regímenes dictatoriales, independientemente del color con que se pinten.

-El protagonista en este caso es Pablo, un niño con 5 años, pero el peso de la novela lo llevan dos mujeres, Clotilde y Anya.

-Cada lector hace una lectura. Hay lectores para los que el peso de la novela recae en las dos madres, porque en realidad también Anya se convierte en la madre de Pablo, y hay otros lectores que ven que es una novela mucho más plural. Es una novela que tiene muchas voces. Mis novelas son novelas de personajes, no hay una sola voz, un solo protagonista, sino que hay muchos. Yo entrelazo muchos personajes, pero siempre insisto en que la novela es de quien la lee y por lo tanto cada cual saca sus propias conclusiones.

-Los críticos aseguran que es una novela ágil, muy amena y sobre todo fácil de leer.

-Pienso que cada lector, aunque sea un crítico literario, tiene derecho a opinar lo que quiera de la novela. Naturalmente yo escribo con ese lenguaje heredado del periodismo que hace que los periodistas, cuando escribimos, somos leídos por todo tipo de personas. Seguramente mi lenguaje es una herencia del ejercicio del periodismo.

-Han pasado dos décadas desde que deslumbrara a los lectores con su primera novela. El periodismo ya quedó a un lado.

-Colgué el bolígrafo y guardé el ordenador. Yo ya no ejerzo el periodismo. Lo que pasa es que el periodismo marca carácter. Te hace tener una visión de la realidad y de la vida que yo conservo.

-Esa facilidad con la que nos has comunicado como periodista durante tantísimos años le facilitó un poco la labor a la hora de escribir una novela.

-Bueno, sí, pero las cosas son más simples. Simplemente escribo en cada momento lo que quiero escribir y utilizo distintas maneras de contar las historias. No se puede contar siempre una historia de la misma manera que la anterior, porque cada historia tiene sus propias voces, tiene su propio objetivo y un contenido distinto.

-¿En esta novela, tuvo primero la historia que iba a contar o partió de los personajes?

-Yo siempre abordo la escritura de una novela después de muchos meses de pensar y de reflexionar y de que empiece a ver qué quiero contar a través de los personajes. Pero yo creo que todo viene junto y viene poco a poco. Se va formando en mi cabeza hasta que tiene ya entidad suficiente lo que voy pensando para convertirlo en una historia.

-Vuelve a encontrarse con los lectores en Diario de Los Libros. ¿Qué opina de estos encuentros?

-Son muy gratos, porque le pones cara a las personas con las que estás compartiendo tus historias. Para mí el encuentro con los lectores siempre es una oportunidad de poner un rostro a quienes me leen, pero también de escuchar sus opiniones, porque no hay escritor si no hay lectores.

-¿Cómo es convivir y compartir su vida con un periodista de la talla profesional y humana de Fermín Bocos?

-Creo que gracias a que los dos tenemos la misma profesión, no hace falta explicar cosas que para un periodista son muy evidentes. Vivir con un periodista es difícil, porque no hay horarios. Bueno, por lo menos cuando yo hacía periodismo, ahora las cosas han cambiado. Pero bueno, es muy fácil poder vivir con alguien que tiene las mismas pasiones que tú y que tiene la misma profesión que tú, porque no hace falta dar explicaciones.

-Regresa a Almería, una tierra muy querida para usted y su marido Fermín.

-Vuelvo a Almería, que es una tierra muy querida y donde tenemos familiares y por tanto Almería es un poco como estar en casa. Realmente siempre es un honor volver a esta tierra tan maravillosa.

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