Ingrid Haubrich, la pintora que prefiere el gran formato
Arte
Argentina de nacimiento, la gran artista lleva más de 20 años viviendo en Almería desde donde ha recorrido con su obra más de medio mundo
Es una artista internacional, cuya obra pictórica ha recorrido medio Mundo. Ingrid Haubrich nacida en Argentina lleva más de 20 años afincada en Almería. Es feliz en esta tierra donde le surge la creatividad, eso sí, siempre cerca del mar.
Hace unas semanas ha expuesto en Nueva York en la galería del Consulado Argentino. La muestra estaba inspirada en la serie Mareas, que intenta dar un mensaje en torno al medio ambiente. “La exposición es muy impactante y estar en Nueva York es estar en la capital del arte”.
Es una mujer que tiene las ideas claras, la conversación gira siempre en torno al arte, pero también tiene momentos para elogiar la tierra que la acoge y la cercanía del mar le da la vida. La artista vive actualmente en Aguadulce, lugar desde se mueve por medio mundo con su obra pictórica.
Nacida en Buenos Aires, hizo sus primeros estudios en su ciudad, y cuando terminó el Bachillerato con 18 años se fue a Punta del Este en Uruguay a vivir, que era un lugar conocido por la artista porque allí veraneaba. Tomó esa decisión de vivir sola, estudiar y aprender japonés. Estudió cocina durante dos años, pero se dio cuenta que eso no era lo suyo.
Mientras vivía esa experiencia tan joven, su padre que es arquitecto con el boom inmobiliario se vino a Almería. “Eso hizo que me viniera a visitarlo durante un mes, pero la idea era ir de mochilera, y pasar por Almería y seguir viaje por Europa. Pero al final me quedé aquí”.
El mundo del arte le viene desde muy joven a Ingrid Haubrich. “Recuerdo siendo muy niña todos los fines de semana junto a mi padre, que me los pasaba dibujando. Me encantaba dibujar y hacer perspectivas. En mi casa se respiraba arte porque mi madre es interiorista”. “Me hice artista en Almería y estuve dos años estudiando en la Escuela de Arte”, recuerda,
“Soltar la mano y perder el miedo al dibujo fue en Almería” reflexiona Ingrid Haubrich, al tiempo que rememora que “le hicimos la casa al futbolista Piatti, y tenía muchas paredes blancas. Yo estaba embarazada en ese tiempo. Le pinté unos cuadros en aquellas paredes. Yo le dije que la obra la había hecho un artista de Madrid, pero había sido yo. Le encantaron y en ese momento inicie mi trayectoria haciendo obras de gran formato”.
Ingrid Haubrich explica como en tan poco tiempo su obra ha llegado tan lejos. “Todo se debe a trabajar mucho, no tener vergüenza y sobre todo ser formal. La formalidad es clave, y si sabes donde quieres ir, y tu arte gusta, tienes el éxito un poco reconocido”. Haubrich más que creer en la suerte, cree en las oportunidades. “Todos tenemos oportunidades que pasan durante mucho tiempo, pero hay que estar atentos a cogerlas”.
Ingrid Haubrich es una excelente artista, gran persona, maravillosa madre y una esposa atenta. “Mis niños están viendo como trabajo, no descuido mi familia, trabajo, tengo una estudio de arquitectura e interiorismo, pinto y me considero una buena mujer para mi marido. Yo puedo decir que vivo la vida plenamente”.
El mar es clave en la vida de Ingrid Haubrich. “Para mí es importante todo el tema del mar, necesito mar. Y cada vez que lo veo sucio, mis niños van recogiendo los plásticos en el agua y los van juntando, porque saben que hay que cuidar el mar”.
La artista necesita siempre pintar en gran formato. “Un crítico de arte que me apoyó desde el primer momento me dijo que mi obra en pequeño formato era inconclusa. No le aplico la misma energía en un tamaño pequeño. Una obra que se te imponga gusta mucho y el formato cuando más grande es mejor”.
Suele trabajar el acrílico. “Probé el óleo, pero tarda mucho en secarse. Las obras son muy grandes y me da mucha más libertad el acrílico”, explica la artista que siente una gran evolución en su obra. “El artista si no evoluciona, no crece”. Tanto es así, que mantiene que ella hoy puede hacer una crítica de su propia obra.
Lo curioso de la vida de Ingrid Haubrich es que vino para estar un mes en esta tierra, y lleva más de 20 años. “Cuando llegué a esta tierra, me encantó, es la verdad. Ahora tan bien he sido crítica, puesto que hoy día sigue careciendo de buenas comunicaciones y buenos transportes. No se puede pagar un dineral por venir en avión de Madrid a Almería o tener un tren que tarde siete horas. Tenemos un Museo Arqueológico que es una maravilla y un Museo Doña Pakyta que es una joya. A pesar de ello, esta tierra hoy me da la tranquilidad que yo necesito”.
“La paz que me da esto no la cambio por nada. No hay ningún lugar en el mundo que me pueda tentar para abandonar este bello rincón”, confiesa la artista que cuando era muy joven quiso ser abogada y luego quiso ser arquitecta. “Siempre he sido una persona que le ha gustado aprender. Aprendo todos los días”.
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