Gran exposición sobre Manolo Summers en la Casa del Cine
FICAL
Los comisarios de la exposición son Miguel Olid y Fran G. Matute.
D.M.
La Casa del Cine es el espacio museístico de la ciudad que refleja toda la historia del cine de Almería. Un espacio donde se rinde homenaje a la gran pantalla y donde, además, John Lennon estuvo viviendo durante el rodaje de la película Cómo gané la Guerra (1966). En total han sido casi 500 las películas que han acogido nuestros paisajes para rodar muchas de sus escenas. Y estos grandes momentos los plasma la Casa del Cine.
Es por ello que este espacio museístico, un año más, se ha sumado a la programación del Festival Internacional de Cine de Almería (FICAL). Se muestra la exposición It’s Summers Time, dedicada a este cineasta y humorista único y singular.
En el acto inaugural participaron la diputada de Cultura y Cine, Almudena Morales; el concejal de Promoción de la Ciudad del Ayuntamiento de Almería, Joaquín Pérez de la Blanca; el director del festival, Enrique Iznaola; y el gerente de LaOficina Producciones, empresa que gestiona la Casa del Cine, Carlos Vives; además de los comisarios de la exposición Miguel Olid y Fran G. Matute.
Olid aseguró que “este es el segundo sitio, tras Huelva, donde se va a ver esta exposición, antes que Sevilla o Madrid y por eso estamos muy agradecidos de que sea una realidad y se haga en Almería”.
Además, Fran G. Matute, explicó todo lo que, durante esta semana, los visitantes van a poder contemplar dentro de la sala. “En primer lugar van a contemplar la mesa de trabajo original que Manolo Summers tenía en Islantilla (Huelva), en su casa de playa donde veraneaba”. Justamente en esa mesa, “verán las revistas originales donde él trabajó como dibujante gráfico”.
Además, “hay un cortometraje inédito de Summers que realizó junto a sus hijos”, entre otros tantos objetos de grandísimo valor.
Summers (1935-1993) dedicó su vida al cine y al dibujo, dos disciplinas artísticas que continuamente se retroalimentaron en sus creaciones.
Vista en retrospectiva, la obra de Summers se percibe como un todo vital y coherente, vertebrada sobre una serie de elementos recurrentes como fueron su fascinación por la infancia, su aversión a la autoridad, sus constantes mofas a la religión, el sexo como fuerza motora, el deporte como metáfora de la vida, la censura que durante tantos años sufrió y su obsesión por la muerte.
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