Fortuny. El MUREC acogerá la colección Vida Muñoz centrada en el pintor
Arte
El 27 de marzo se inaugura esta excepcional muestra con una obra de gran calidad del maestro Fortuny

El próximo 27 de marzo se inaugura en el Museo del Realismo Español Contemporáneo (MUREC) la exposición Fortuny en la Colección Vida Muñoz. Es una gran muestra que abarca hasta 106 obras de las que 78 son de Fortuny; el resto son de pintores cercanos y seguidores suyos como Martín Rico, Pinazo, Pradilla, Reyna, Palmaroli, Ricardo de Madrazo, Salinas Teruel, Navarro Lloréns, Agrasot, etc. Participan también en la misma y la refuerzan nueve obras de otras colecciones como Museo del Prado, Museo Nacional de Arte de Cataluña, Museo de Reus, Museo Pinazo y dos colecciones particulares.
Participan en este ambicioso proyecto su comisario Javier Pérez Rojas, junto a personalidades del arte como Amaya Alzaga, Javier Barón, Carlos González, Juan Manuel Martín, Francesc Quílez, Francisco Copado, Andrés Ibáñez. Se inaugurará el próximo día 27 de marzo a las 17 horas en el MUREC.
Esta exposición se inscribe en el programa conmemorativo del 150 aniversario de la muerte de Fortuny donde Almería se incorpora, en reconocimiento a la Colección Vida Muñoz, al itinerario y ciclo de conferencias que transitan por algunas de las ciudades con las que el artista mantuvo un fuerte vínculo creativo y sentimental como fueron Venecia, Roma, París, Madrid, Granada, Sevilla, Barcelona, Reus, Tánger, Tetuán y Nápoles.
La colección Vida Muñoz abarca obras desde el siglo XVII hasta nuestros días, con especial énfasis en autores del siglo XIX. El apartado dedicado a Fortuny es el núcleo fundamental de la misma y está constituido en el momento actual por más de un centenar de obras y una parte representativa del mismo se muestra en esta exposición.
Interés por el pintor
Manuel Vida y Carmen Muñoz explican su interés por el arte en general y por Fortuny en particular. “Dan sentido a la colección el amor al arte y al coleccionismo, sin más, tan escaso en nuestro país. Como médicos dedicados a la Investigación Científica en nuestro trabajo diario, por deformación profesional nos ha llevado a indagar en las obras de este autor, y a descubrir hallazgos interesantes de las mismas. Las particulares circunstancias que rodearon la vida y obra de Fortuny, con su prematuro fallecimiento, hace que estos hallazgos sean abundantes”.
“El hecho de ser un artista prácticamente olvidado tras un rotundo éxito internacional, y en una etapa de la historia del arte tan impactante como es el nacimiento del Impresionismo que lo eclipsó todo, ha propiciado descubrir en el pasado cuestiones olvidadas en el presente, o aun no reconocidas, y que son estimulantes rememorar y redescubrir. Por último ha reforzado el afán por dicha colección nuestro reconocimiento y admiración a Fortuny como artista universal, y el convencimiento de que estamos ante uno de los más grandes de todos los tiempos” explican Vida y Muñoz.
“La colección, aunque conserva ya un importante número de piezas se encuentra en plena fase de construcción. Por una parte se mantiene viva la investigación sobre las obras que la componen, de las que aún desconocemos muchos aspectos, y por otra parte se siguen incorporando nuevas obras a la misma”, sostienen.
El destino final de la colección será aquel que asegure que no se dispersará nunca y que pueda ser disfrutada en todo momento por quienes amen o deseen amar a Fortuny. Una exposición fascinante que llega al MUREC.
Javier Barón opina de la colección
Javier Barón, Conservador Jefe de pintura del siglo XIX del Museo Nacional de El Prado elogia la gran colección Vida Muñoz sobre Fortuny. “La colección que han formado Manuel Vida y Carmen Muñoz resulta excepcional. En primer lugar, por la calidad de las obras reunidas. No es habitual que dos profesionales de la medicina (ejercen ambos en Almería) hayan formado, siguiendo su propio gusto, un conjunto tan amplio y valioso”.
“En segundo término, frente a la orientación hacia el arte contemporáneo común en el coleccionismo reciente, sus elecciones han privilegiado la pintura española del siglo XIX que, en los últimos años, no ha suscitado el interés prioritario de la mayoría de los compradores. Esa navegación a contra corriente ha rendido, al cabo, un resultado excelente” explica Barón.
“En tercer lugar, la dedicación casi monográfica de su esfuerzo hacia un solo pintor resulta excepcional. Frente al uso, tan extendido, de formar colecciones en las que se trata de conseguir obras de un conjunto de artistas, siempre los mismos, que el mercado ha valorado, este otro modelo de coleccionismo resulta más arduo, pues requiere conocimiento y tino. Sin embargo, reporta un fruto más valioso pues en lugar de colecciones intercambiables esa concentración permite conseguir una colección única, acceder a obras singulares o inéditas, y contribuir, de un modo significativo, al panorama del conocimiento del arte” sostiene Barón.
Según Barón, “Mariano Fortuny y Marsal (1838-1874) es el artista español más completo entre Goya y Picasso. Tras un triunfo internacional en vida para el que existirían muy pocos precedentes en la historia de la pintura española, en su variada fortuna crítica no ha dejado de influir el inmenso número de obras falsas o mal atribuidas que ha perjudicado enormemente su valoración. Entre esas obras algunas otras, auténticas, han aparecido tanto en el mercado español como en el extranjero. En este segundo caso otro mérito de Manuel Vida y de Carmen Muñoz ha sido la recuperación de obras que se hallaban fuera de España y que ahora aparecen, felizmente, reunidas en nuestro país”.
Artista único
Javier Barón elogia la figura de Fortuny en lo que respecta a sus trabajos al óleo, “entre los que hay ejemplos sobre lienzo, sobre tabla y sobre cartón, los tres soportes habitualmente cultivados por Fortuny. Las acuarelas, técnica en la que no tuvo rival durante el periodo en que vivió, describen también el amplio arco de su completa trayectoria. Hay además dibujos, alguno de ellos de etapas poco conocidas. Excepcional relevancia tiene la sección de aguafuertes que cuenta no solo con la totalidad de las estampas cuyas láminas conserva la Calcografía Nacional, algunas de ellas con ejemplares de distintas ediciones y sobre diferentes tipos de papel, sino también con pruebas de estado y con alguna prueba de taller”.
“Los coleccionistas han estado atentos hacia aspectos de interés en relación con la iconografía de Fortuny, presente a través de ejemplares de sus dos retratos escultóricos más conocidos, el busto en bronce de Vincenzo Gemito y la máscara funeraria de Jerónimo Suñol, así como las memorabilia y, naturalmente, las publicaciones en torno a su obra”.
“Se ha configurado así un conjunto elocuente y vivo de obras que sin duda puede considerarse como la más importante y nutrida colección particular dedicada a Fortuny en el mundo. En ella las obras aparecen en buen estado de conservación puesto que, después de su adquisición, las que lo necesitaban han sido restauradas con gran competencia y respeto por las calidades originarias de la pintura por profesionales del mayor prestigio”, asegura Javier Barón, gran conocedor de la pintura del siglo XIX.
Fortuny es considerado el artista más internacional del siglo XIX
Mariano Fortuny es, indiscutiblemente, el artista español más internacional de todo el siglo XIX y el gran maestro de la pintura preciosista de gabinete en toda Europa. Su arte marcó decisivamente el gusto del mercado y la clientela de su tiempo por el tableautin de anecdóticas escenas de género, extendiéndose la huella de su influencia a una enorme cantidad de discípulos, seguidores y meros imitadores de su obra. Nacido en Reus (Tarragona) el 11 de junio de 1838, su padre era carpintero, quedando huérfano a edad muy temprana, pasando entonces a la tutela de su abuelo paterno, escultor en cera y madera. Tras sus primeros estudios en la Escuela de Dibujo de Reus, marchó con su abuelo en 1852 a Barcelona, donde ingresó gracias a una beca en la Escuela de la Llotja, siendo desde el año siguiente discípulo del maestro nazareno Claudio Lorenzale (1815-1889), cuyo estilo influyó visiblemente en sus obras juveniles, destacando muy pronto entre los jóvenes de su generación por sus excepcionales cualidades artísticas. Gracias a una pensión de la Diputación de Barcelona, marcha en 1858 a Roma, ciudad que apareció ante sus ojos como ‘un vasto cementerio visitado por extranjeros’ y que sería decisiva para el resto de su vida y su carrera. Realizó entonces una enorme cantidad de dibujos, y asistió a la Accademia Chigi, entrando además en contacto con la colonia de artistas españoles que vivían en Roma, con quienes frecuentaba el café Greco. En 1860, la Diputación de Barcelona le encarga marchar a Marruecos como cronista gráfico de la guerra de África, quedando desde entonces cautivado por el mundo árabe, de capital importancia en su arte posterior. A su regreso a España pasa por Madrid, copiando en el Museo del Prado algunas obras de los grandes maestros de la pintura española, actividad de la que es espléndido testimonio la soberbia copia que hizo a la acuarela del Menipo de Velázquez (Madrid, Museo del Prado) y que conservó en su poder durante toda su vida. De regreso a Roma, pasa por París para estudiar las pinturas de batallas de Horace Vernet, a fin de realizar, por encargo de la Diputación de Barcelona, una gran pintura sobre la batalla de Tetuán, obra de gran empeño y esfuerzo, para la que realizó infinidad de estudios y apuntes elaborados durante largos años.
También te puede interesar
Lo último