La esquela digital, una forma de conmemorar vidas únicas

talento

La almeriense Raquel Martínez lleva a cabo el proyecto ‘Enhomenaje.es’ para ayudar en los procesos de comunicación durante el duelo tras una muerte

Raquel Martínez después de su experiencia en Irlanda vive y trabaja en Aguadulce.
Raquel Martínez después de su experiencia en Irlanda vive y trabaja en Aguadulce. / Diego Martínez

La almeriense Raquel Martínez Sánchez es una mujer emprendedora, comprometida con la vida y con las ideas muy claras. Después de años viviendo en Irlanda, está de vuelta en Aguadulce y ha puesto en marcha el proyecto Enhomenaje.es. Se trata de unas esquelas digitales que conmemoran y honran vidas únicas. El poder que tiene una muestra de cariño multiplica su valor en momentos difíciles, apunta Raquel en la web del proyecto.

Siendo una niña, Raquel Martínez vivió la muerte de su padre. Luego el destino hizo que en un accidente donde iba en un coche falleciera su mejor amigo. Poco después del accidente perdió otro amigo de la Universidad y hace meses otra amiga. En el 2022 falleció su suegro y pocos meses después su madre el mismo año. Son hechos que marcan a Raquel y que le dan una idea para poner en marcha.

“Los funerales en Irlanda no tienen nada que ver con lo que se realiza en España. Allí nadie está pendiente del móvil. En España la gente suele mandar coronas de flores y, eso en Irlanda no se estila porque cuando dejan las coronas en el cementerio, en Irlanda te cobran hasta por respirar. Descubro que en Irlanda lo que se lleva a cabo es la esquela digital. Nadie está pendiente del teléfono y a la semana se juntan y al calor de un té se ponen a leer todos los mensajes que han dejado las personas que acceden a esa esquela digital”, explica.

“Este tipo de esquela digital ayuda a ese mal trago de la comunicación con los familiares, hace que todo sea de una manera no intrusiva, tú puedes entrar sin interrumpir el duelo de nadie y sin tener que preguntar. Es una idea concebida para ayudar en los procesos de comunicación durante el duelo, pero a la vez, homenajearlo y rendirle un tributo bonito”.

Pero la historia de Raquel es increíble, de unas vivencias únicas y con el tiempo ha demostrado que une su gran talento con su espíritu aventurero. “Mi padre me puso Raquel por Raquel Welch. Mis padres le cuidaban el chalet a unos franceses y la señora se llamaba Raquel. Tenía ese nombre por la actriz. Mis padres eran los que le cuidaban, le mantenían el jardín y limpiaban”.

Las casas más antiguas de Aguadulce, que ya no están eran de su abuela. “La familia de mi madre es de La Cañada y Níjar y se vinieron a Aguadulce cuando mi madre tenía 4 años, y mis abuelos paternos de Enix y Felix. Estudié en el colegio Blas Infante y luego en la Universidad de Almería, donde hice Ingeniería química”, recuerda.

“Yo era muy buena estudiante, de ciencias, pero como no tenía dinero para irme fuera, pues aquí en esos momentos solo había tres o cuatro carreras de ciencias. Estuve trabajando en la depuradora de El Toyo y luego en La Pipa” rememora esta almeriense que no se amilana por nada.

Luego decidió dar el paso de salir de su tierra y se marchó a Irlanda, sin tener idea de inglés. Fue una gran aventura para una jovencísima Raquel Martínez que llegó a trabajar en Microsoft. “Cuando acabó la carrera coincide con la gran crisis de España y de Europa. Mi idea siempre fue salir de aquí, necesitaba otro aire, y aunque pensé en irme a Londres e incluso a Malta , al final me decidí por Irlanda, era el vuelo más barato, es la verdad”, recuerda.

“Siempre me encantaba viajar, me encantaban otras culturas. Entonces dije, ahora o nunca. Estuve un poco tiempo y volví porque el presupuesto se me acabó. En ese periodo conocí un chico brasileño con el que estuve casi seis años y con el cual aprendí mucho sobre otras culturas, lenguas y viajé mucho por el mundo”. Aprendió a hablar en portugués y se puso un plazo para encontrar un trabajo para poder estar en Irlanda.

Raquel pasó por una academia para hablar inglés y un día escucha a dos gaditanas que le ayudaron mucho. “Nos pegamos una noche de fiesta que no veas y les cuento mi situación. Yo quería un trabajo y quedarme en Irlanda. En Irlanda nos tienen súper bien vistos a todos los españoles. Y gracias a aquellas dos gaditanas me puse a trabajar en una heladería. Estuve un año en la heladería mientras mejoraba el inglés. Luego tuve una etapa de viajar mucho por toda Europa, los vuelos desde Irlanda eran muy baratos. Me dije esto es lo que yo quiero, esto es lo que a mí me gusta. También viajé a Brasil y fue una experiencia fascinante en una de las favelas” recuerda esta joven de Aguadulce. Su idea inicial es ya realidad, y ya está disponible para que cualquier funeraria se registre y publique las esquelas digitales.

La experiencia de trabajar en Microsoft durante 10 años

Raquel Martínez Sánchez llegó a Microsoft, lo que resultó una excepcional experiencia, casi un sueño cumplido. “Los requisitos del trabajo eran muchos, parece que te pedían como si fueses a ir a la NASA. Voy a la entrevista y la paso. Aparte que me había preparado un montón, yo cuando me propongo algo, voy a muerte”, sostiene. “Trabajé en Microsoft, fui ascendiendo y estuve diez años. En ese tiempo conozco en la empresa a un irlandés, que hoy es mi pareja y padre de mi hija”. De hecho, este irlandés se ha adaptado perfectamente a Aguadulce, donde tienen su domicilio conyugal. Raquel Martínez tiene en su vida una serie de ideas muy claras. “Nunca he tenido miedo a la muerte. Yo ahora le hablo mucho  a mi hija de la muerte, quiero que lo vea de forma más natural, que no sea un tema tan tabú”. El ¡hecho de haber vivido en Irlanda, le ha hecho pensar de otra manera a la joven Raquel Martínez. “Aunque son católicos, ellos tienen muchísimo más interiorizado y mucho más naturalizado la muerte. La celebran como parte de una vida. Un funeral no es llorar. Lo que es el funeral en sí es mucho más bonito, se van de fiesta después. En la misa funeral se habla mucho del muerto”, sostiene Raquel Martínez, con la que hablar durante horas es muy terapéutico y de gran aprendizaje.

stats