El escritor Pablo Martín-Laborda publica '107 poemas a la muerte'
El que fuera primer corresponsal de TVE en Bruselas pasa largas temporadas escribiendo y descansando en Mojácar
Es una tarde víspera de invierno en Mojácar, a esa hora de las farolas encendidas una sí otra no, cosas del ahorro energético. A un lado de la mesa Pablo Martín-Laborda, elegante como los versos de su lenguaje cuidadoso. Habla en sonido bajo, casi en un rumor de palabras, y conversa del infarto traicionero, del cansancio físico, de la vida, también de la muerte.
Un infarto de miocardio te muere o te cambia la vida. La segunda oportunidad es cortesía de la vida trastocada para unos en un sinvivir de angustia, o en un obsequio gratificante para la gran mayoría de quienes han superado el dolor de color rojo, color guindilla picante mejicana.
No es desconocida la influencia de la salud, mejor dicho, de la mala salud, en la obra de músicos y escritores. En el territorio de las letras, los analíticos forenses de entre líneas resuelven "la certeza de que la enfermedad y la literatura han estado estrechamente ligadas a lo largo de la historia, dejando obras tan extraordinarias como La montaña mágica de Thomas Mann o el Pabellón número 6 de Antón Chejov.
En el último volumen de cuentos publicado en vida de Roberto Bolaño, puede leerse 'Literatura + enfermedad = enfermedad' donde el autor dice que "escribir sobre la enfermedad, sobre todo si uno está gravemente enfermo, puede ser un suplicio. Escribir sobre la enfermedad si uno, además de estar gravemente enfermo, es hipocondríaco, es un acto de masoquismo o de desesperación. Pero también puede ser un acto liberador". No una cura, pero sí un alivio, una liberación a través del arte. Si la enfermedad es una especie de derrota, el autor opone la lectura y la escritura para revertir el sometimiento a ella.
Pablo Martín-Laborda, de entre los 107 poemas a la muerte, el último de sus libros, dedica uno al 'Infarto de miocardio', el mismo tal vez que le llevó a las Urgencias hospitalarias en busca de la vida. 107 poemas a la muerte está escrito en lugares y circunstancias tan distintas que a la fuerza está repercutido por todos y cada una de ellas. Buenos Aires, Saigón, Venecia, Mojácar, Jerusalén, San Sebastián, amaneceres y puestas de soles tan diferentes, voces diversas, vidas desiguales, son versos no escritos y tan precisos en cada poema de los '107' ¿a la muerte? Puede ser.
Sin embargo y con permiso, cada línea del poemario es un clamor de vida desplegado ante un espejo convexo. El mucho talento de Pablo Martín-Laborda le autoriza a escribir de la muerte con lucidez, de la constante relación de la muerte con la vida, de la misma vida y su punto y seguido a cualquier parte.
Todos y cada uno de los '107 poemas a la muerte' son conmovedores a la vez que conmueven; un único verso de este libro, editado por Vitrubio en su Colección Baños del Carmen, alumbra asombrosamente el mundo de la muerte, provoca enorme fe en la vida. Hay que leer los 107 poemas como cuentas de un rosario en duelo de luto.
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