El equipo técnico, los ‘otros artistas’ tras los focos del festival de Vélez Blanco
Música
El grupo está formado por seis personas, con la coordinación de José Luis Navarro, y por tres limpiadoras
Su trabajo empieza una semana antes del festival, con la instalación de los escenarios
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Se encienden las luces, los músicos se sientan y agarran sus instrumentos, mientras el público aplaude desde sus butacas... Comienza el espectáculo sin que nadie repare en ellos, esos otros “artistas” que siempre están tras los focos (o instalándolos, para ser más precisos). Son los miembros del equipo técnico y de producción que cada jornada del festival trabajan a destajo para preparar los diferentes escenarios y que los músicos luzcan mejor durante sus actuaciones.
Su labor comienza mucho antes de que Vélez-Blanco se llene de músicos, estudiantes, turistas y medios de comunicación. Una semana antes del festival comienzan con todos los preparativos. Hay que mover cientos de sillas, decenas de focos, colocar atriles, tirar cables, montar los escenarios... Durante el resto del año descansan amontonados en varios almacenes municipales pero estos días tienen que ubicarlos en los diferentes escenarios: el claustro, la iglesia de San Luis o el castillo (aunque este año no se ha podido utilizar por las obras de rehabilitación).
El equipo técnico está formado por seis trabajadores del Ayuntamiento de Vélez-Blanco, coordinados por José Luis Navarro Gallardo. Son tres empleados fijos y otros tres que refuerzan la cuadrilla para estos días de intenso trabajo: Pedro Martínez Jiménez, José Miguel Martínez Gómez, José Llamas Díaz, Manuel Valera Llamas y Antonio José Merlos Martínez.
Cada mañana tienen que desmontar el escenario del día anterior y mover luces y cables hasta el de la siguiente noche. Cada espacio tiene unas características diferentes y cada espectáculo también. “Normalmente los artistas no nos hacen peticiones raras”, explica José Luis Navarro, aunque recuerda que Jordi Savall sí que quería una luz cenital sobre él. Desde luego, el genial violagambista catalán tiene todos los detalles bajo control. O, por ejemplo, para este jueves les han pedido que cubran el escenario con linóleo, un revestimiento especial para la danza.
El mayor reto al que se enfrentan cada año es el montaje de equipos en el castillo, por la dificultad para acceder. Por eso tienen que usar grúas elevadoras para introducir en el patio de honor los elementos necesarios para el escenario y la iluminación. En la iglesia o el convento es más sencillo.
Navarro lleva 33 años trabajando en el ayuntamiento velezano, por lo que no se ha perdido ni una sola edición del Festival de Música Renacentista y Barroca. Es una pieza básica del engranaje del mismo. Por ello, admite que no solo se dedican a ello durante la semana previa y la del festival, sino que se mantiene en contacto con la dirección durante todo el año. “Todo ha cambiado mucho desde las primeras ediciones;por aquel entonces teníamos escenarios que se montaban con tablas y ahora tenemos grandes estructuras como esta”, dice señalando el inmenso escenario que han instalado este año en la iglesia del convento.
El festival es el mayor evento cultural que se celebra en Vélez-Blanco, pero no el único. Desde mediados de junio hasta agosto, la actividad es incesante para el equipo de técnicos. “Este fin de semana hay un mercado medieval, luego llegan las fiestas de Topares, las de Derde, las de Vélez-Blanco, las del Cercado...”.
Pero ellos no son los únicos empleados municipales que hacen posible que el festival sea un éxito. Cuando suena la última nota y se apagan los focos no solo hay que desmontar todo, sino que también hay que dejar el espacio limpio e impoluto. Más aún teniendo en cuenta que los conciertos se realizan en monumentos. El equipo de limpieza lo forman Pilar Martínez Gómez, Antonia Martínez Gázquez y Juani Cortés López.
En definitiva, los nueve forman un equipo que pasa desapercibido para el público que asiste a disfrutar de los conciertos, pero que es muy valorado por la dirección del festival que siempre que puede dedica alabanzas a su labor. Sin ellos y ellas y su labor callada, trabajando desde primera hora y bajo el sofocante sol de julio, el festival no sería posible.
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